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domingo,
13 de
noviembre de
2005 |
Educación: celulares en las aulas
Marcela Isaías / La Capital
Sin pedir permiso, los celulares irrumpieron en las aulas. Basta con asomarse por una escuela para ver cómo alumnos y docentes hacen uso de los aparatos aun mientras la clase transcurre. El tema ha dado lugar a más de un debate alrededor de las instituciones educativas: ¿Deben prohibirse en el ámbito de las escuelas?
Para muchos legisladores la cuestión no admite dilaciones: ya se inclinaron por su prohibición en los colegios. Y para algunos especialistas más que prohibir se trata de llegar a consensos sobre el momento y tiempo oportunos para utilizarlos.
Sin embargo, mientras transcurre este intercambio de opiniones, el sonido de los aparatos se sigue escuchando en las horas de ciencias, lengua o de historia.
Apagados o no, en el medio de este debate aparece otro que lo engloba: la ausencia de acuerdos que puedan cumplirse y sean percibidos como una norma aceptable por maestros y alumnos.
"Sucede que nos dicen que está prohibido usar el celular en el salón, pero las profesoras son las primeras en dejarlos hacer sonar y atenderlos mientras dictan clases", cuenta con un poquito de disgusto Cecilia, una adolescente del polimodal de una escuela céntrica de Rosario.
A los dichos de la adolescente se suman los de sus compañeras. "Nos dicen que es por trabajo, y nosotros nos preguntamos: ¿Con nosotros qué hacen mientras atienden el llamado? ¿Acaso no somos también su trabajo?" A la excusa de un posible reemplazo en otra escuela, también los docentes suelen anteponer otras relacionadas con "la enfermedad de algún familiar", "un mensaje -no especificado- de urgencia" y hasta "una cuestión particular".
Ninguna convence a los estudiantes. Es que para ellos el mayor punto de discusión es el que se genera alrededor del "hacer lo que yo digo, pero no lo que hago". Por eso reclaman que las normas sean para todos por igual.
Para los maestros que no usan celulares en las aulas, el problema son sus alumnos y hasta los padres. "Los chicos se pasan mensajes de texto en cualquier momento y a veces la situación se vuelve incontrolable", confiesa Marta, una maestra de 4º año de la EGB, asombrada por la cantidad de chicos que llegan con aparatitos de todos los colores.
La pregunta de Marta esta vez se vuelve hacia al responsabilidad de las mamás y papás, que en definitiva son quienes ponen un celular en mano de sus hijos. Mientras que los padres suelen argumentar que se trata de un problema de seguridad, de control de los chicos o simplemente porque no ven por qué oponerse a los aparatos.
Más opiniones
Los especialistas y funcionarios de la educación también tienen su visión sobre el tema. Según señaló oportunamente, en una nota educativa, el doctor en psicología Roberto Follari, los celulares tal como se muestran en la vida moderna son más bien una moda tecnológica, "que contribuye a mostrar una supuesta distinción para quienes los usan".
Y enseguida, se lamenta de que muchos padres tomen los aparatos como "un juguete" a la hora de comprárselos a los más chicos.
De todas maneras, Follari fue categórico al referirse al lugar de los aparatos en las aulas: "Los celulares deben estar estrictamente apagados durante la actividad de clases, si hay algo relativamente urgente debe esperarse al recreo para ver mensajes y responderlos". Y para rematar la idea, recordó irónicamente que "se ha vivido muchos siglos sin celulares, y a nadie se le ocurría salir permanentemente a hablar por teléfono".
A su vez, algunos funcionarios de la cartera educativa que tienen a su cargo las escuelas provinciales se inclinaron en su momento por sumar la discusión a la formación de valores y al lugar de las nuevas tecnologías.
Así, la profesora Celia Maglione no dudó en decir que "es el maestro quien debe dar el ejemplo" y claro está no encender su celular en la clase. En tanto que el profesor Fernando Pisani, recordó que los celulares apagados deben valer tanto para docentes como para alumnos.
El docente también advirtió que "la escuela no puede desconocer los avances tecnológicos, pero igual a lo que sucedió con la aparición de la radio, hay que pensar en su uso, porque a nadie se le ocurre encender una en la clase. Lo mismo pasa con los celulares".
Lo cierto es que los argumentos de unos y otros sectores se hacen escuchar a diario, cada vez que la musiquita de estos aparatos invade la explicación de un problema matemático, una prueba o una clase de música. Mientras tanto la búsqueda de entendimientos que sean respetados por los actores de la escuela aparece como el camino más viable en este debate.
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