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domingo,
13 de
noviembre de
2005 |
Escape a ninguna parte. Dos de los seis jóvenes que se fugaron en la camioneta el viernes relataron lo sucedido
"Le pedíamos que parara, pero entró en shock y decía que estaba asustado"
Nicolás Paladini y Juan Tizón dicen que "nunca" imaginaron que las balas que les tiraron eran de plomo
Eugenia Langone / La Capital
"Le pedíamos que parara, pero entró en estado de shock y nos decía todo el tiempo: «Estoy asustado. ¿Qué hago, qué hago?»". El relato pertenece a Nicolás Paladini, uno de los seis jóvenes que la madrugada del viernes viajaba en la camioneta Toyota Hilux que huyó por más de 12 kilómetros de los móviles policiales. La evasión de un rutinario control de alcoholemia comenzó en Pichincha y acabó en Circunvalación y Uriburu con la policía disparando sobre el vehículo. El affaire terminó con la separación de la fuerza de seis efectivos. Tanto Paladini como su compañero, Juan Tizón, que también iba en la pick-up, indicaron que "nadie" les hizo señas para que se detuvieran en el puesto de control y que no escucharon sirenas. Sin embargo, reconocieron que unas cuadras más adelante vieron balizas y que oyeron disparos al aire como advertencia antes de que los impactos se sintieran en la camioneta. "Nunca imaginamos que eran de plomo, pensamos que eran de goma", agregaron.
Luego de tomar dos cervezas en la costanera y entrar a una fiesta en el Centro Castilla, Nicolás Paladini, Juan Tizón, María Sol Depetris, Agostina Dagoto, Ana Clara Rivas y el conductor, Lucas Vignau, estuvieron en el bar Maui (Rivadavia y Santiago), donde comenzó la historia de la persecución.
"Cuando doblamos a la derecha por Santiago no vimos a nadie que nos hiciera seña para parar, ni policía ni inspectores de tránsito, nada. Recién a las cinco cuadras notamos que nos estaban persiguiendo y no frenamos porque no estábamos seguros de que fuera a nosotros", relató Paladini a La Capital. Si bien reconoció que "había balizas encendidas", dijo que "en ningún momento se escucharon sirenas".
Así, la camioneta continuó circulando, tomó Rioja y fue allí cuando aparecieron más móviles de la policía y adentro de la pick-up comenzaron a escucharse pedidos y gritos de desesperación.
"No sabemos por qué seguía andando", continuó Paladini, quien agregó: "Le decíamos que parara, pero no quería hacerlo porque estaba asustado. Tenía mucho miedo y decía: «Qué hago, qué hago», pero habíamos tomado poco".
En la ya desenfrenada carrera, los chicos reconocieron que le "pasaron cerca" a un colectivo, pero negaron terminantemente haber colisionado con un móvil de la policía, tal como se detalló en un parte oficial.
Tiros al aire
Lo cierto es que para esa altura, según el relato, los jóvenes estaban "aterrorizados" y el conductor había entrado en estado de shock. Allí fue que se escucharon los primeros tiros al aire, que todos imaginaron que eran de "balas de goma".
"Pasamos Provincias Unidas, entonces vimos muchos más móviles y estabamos aterrados. Lucas (el conductor) ya no respondía, se asustaba más y aceleraba -contaron los chicos-. Entonces se sintieron los disparos, que fueron al aire. Pero nunca pensamos que fueran balas de plomo, creímos que eran de goma".
A los pocos metros de ir por Circunvalación se sintió el primer impacto de bala en la camioneta y allí la pick-up alcanzó los 130 kilómetros por hora. Mientras tanto, el conductor no respondía al pedido de sus amigos, que estaban desesperados.
Todo fue peor cuando uno de los disparos de los policías ingresó por la luneta y salió por el parabrisas de la camioneta. "Nos pasó a milímetros, le podía haber pegado a cualquiera, porque éramos seis ahí adentro", contó Paladini, a quien le temblaba la voz de sólo recordarlo.
Y fue justamente él quien le encendió la baliza a su compañero para que se detuviera cuando la camioneta ya estaba en Circunvalación a la altura de Uriburu y tres móviles policiales le impidieron continuar avanzando.
"Frenó, pero estaba tan aterrado que quedó tirado sobre el volante", agregó. Los otros se bajaron enseguida e incluso Paladini se tiró al piso y puso las manos sobre la nuca antes de que los efectivos llegaran al lugar.
"Yo estaba sobre el césped de Circunvalación y me patearon, a las chicas también las tiraron al piso y a una le arrancaron la cartera -continuó-. Y ahí vi por abajo de la camioneta que a Lucas lo tiraron al piso sobre el asfalto, le pegaron y le dieron un culatazo en la cabeza, pero eso de que se resistió no es así".
Por las lesiones sufridas Lucas Vignau tuvo que ser derivado al Hospital de Emergencia Clemente Alvarez (Heca), desde donde fue trasladado al Sanatorio Parque (Oroño y Córdoba) y ayer ya fue dado de alta (ver aparte).
Mientras tanto, desde Circunvalación y Uriburu, sus compañeros fueron trasladados a la comisaría 18ª (Francia 3670), donde se les tomó declaración. Y hasta allí fueron llegando sus padres, quienes no salían de su asombro y estaban indignados. "Es una casualidad que nadie haya muerto. Porque una cosa es que los encierren, pero otra muy distinta es que les disparen", dijo casi enfurecido Sergio Tizón, el padre de Juan.
Tanto el comisario de la 18ª, José Luis Juárez, como la propia jefa de la Policía santafesina, Leyla Perazzo, reconocieron que el accionar de los efectivos de la fuerza fue "excesivo". Los ocho agentes involucrados están imputados por abuso de armas y de autoridad, aunque sólo seis fueron sumariados por hurto y pasados a disponibilidad. Mientras tanto, el conductor de la camioneta está imputado por daños y resistencia a la autoridad. Ahora todo está en manos del juez correccional Eduardo Costa.
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Fotos
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Los balazos dejaron su huella en la luneta de la Hilux.
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