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| sábado,
12 de
noviembre de
2005 |
Proyecto de integración en la Escuela Nº 1.357
Un lugar en la escuela
El Colegio Doctor Esteban Maradona abre sus puertas a chicos sordos. Para los docentes "el mayor desafío es descubrir las distintas capacidades"
Marcela Isaías / La Capital
Los caminos para poner en práctica la integración en las aulas no están todos escritos. Se sabe que hacen falta recursos humanos, materiales, pero sobre todo compromiso. Por eso cada vez que se habilita una experiencia pedagógica que atiende a esta concepción de la escuela, se inaugura una posibilidad para que más chicos aprendan. Al menos así lo entienden directivos y docentes de la Escuela Nº 1.357 Doctor Esteban Maradona de Rosario.
Desde que la escuela comenzó a funcionar, en 1995 en Donado y White, no dudó en incorporar a sus aulas niños con otras capacidades, entre ellos una nena ciega y otros hipoacúsicos. El trabajo se hizo siempre (con distintos matices) con el apoyo de docentes de escuelas especiales.
No es casual entonces que la directora de esta escuela, Maricruz Lago Pérez, diga con firmeza que la integración no es un problema de materiales o capacitación, sino de compromiso educativo, de un trabajo en equipo, y de entender en todo caso, que "el desafío es descubrir otras capacidades en los chicos".
Pero para hacer efectiva esta idea, la escuela se da estrategias conocidas y otras propias. Entre las últimas figura la inauguración de un Taller de Cuentos, enmarcado en un proyecto más profundo que es el de Escuela Núcleo, una tarea de reunir a los niños sordos e hipoacúsicos de la zona para darles apoyo.
Por medio del taller, todos los viernes al mediodía (de 11 a 13), unos 30 chicos de 3º año de la EGB de la Escuela Nº1357 se reúnen a escribir y a leer. En realidad, esa es la excusa para apoyar a Ezequiel, Leandro, Martín, Noelia y Tamara, chicos hipoacúsicos, de los cuales algunos de ellos viajan varias horas desde otros barrios simplemente porque encontraron un lugar en esas aulas.
Más allá de esta meta, la integración funciona aquí como un ida y vuelta. Todos aprenden juntos, unos de otros. El primero en hacerlo saber es Gastón, de 9 años, que asegura que al taller de los viernes van para "hacer cuentos". Lo siguen Micaela, que dice: "Venimos a dramatizar y a dibujar"; "Hablamos entre todos sobre lo que escribimos", dice Lucas. Joana y Aldana agregan que asisten porque así "ayudamos a Ezequiel, Tamara y Leandro"; "también a Noelia y Martín", apuntan desde un rincón de la sala.
Rol docente
El papel de la maestra integradora es clave en esta como en cualquier otra experiencia pedagógica que se proponga asegurar el buen tránsito por la escuela a niños con diferentes capacidades.
En esta oportunidad es Patricia Mandrussán quien hace de nexo entre escuela, padres y niños. La docente, es del plantel de la Escuela Nº2013 para Niños Sordos e Hipoacúsicos, visita la escuela del barrio Fonavi tres veces por semana. Codo a codo trabaja con las maestras de los chicos, Lilia Whitton y Sandra Studer, y el equipo directivo.
Más allá de las planificaciones o estrategias que se diseñen en estos casos, ella asegura que el primer puntapié debe darlo la maestra de grado, "porque si la docente acepta al niño con distintas capacidades en su aula, los demás chicos lo recibirán sin problemas".
Algo en lo que coinciden desde su experiencia, las maestras Lilia y Sandra.
Silvia Ameriso, la directora de la Escuela Nº 2013, asegura que más allá de los condicionamientos que rodeen a los trabajos de integración, hay por estos días una mayor apertura desde las aulas.
Y enseguida vuelve la mirada hacia el papel de la familia, de la firmeza con que tome y se decida a tiempo a tratar al niño. "Muchos papás viven como un estigma social tener un niño sordo o ciego", recuerda entonces la directora Ameriso.
Si bien la ley federal de educación y sus acuerdos marcos plantean la necesidad de atender a la diversidad en la educación, y proyectar una escuela integradora, no siempre el Estado acompaña esta idea con decisiones firmes.
"Los resultados de integración son visibles, pero no siempre se facilitan las cosas: los cargos docentes no son suficientes y no hay una política de subsidios para facilitar, por ejemplo, el traslado de los chicos con dificultades a las escuelas especiales o integradoras (como el caso de la Nº1.357)", advierte la directora Maricruz Lago Pérez de la Escuela Maradona.
El establecimiento Donado y White sobresale en el barrio por su cuidado. Basta entrar y recorrer un poco sus aulas y pasillos para respirar clima de trabajo. Y aunque la escuela no está exenta de los problemas que hoy caracterizan a la educación en la Argentina, se sabe que ya ha dado un paso más adelante que otras: la integración es un hecho.
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Fotos
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Los viernes un buen grupo de chicos acompaña a sus compañeros hipoacúsicos al taller.
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