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viernes,
04 de
noviembre de
2005 |
El solitario de la
torre de Frombork
Era introvertido y tímido, pero su audacia científica desafió el orden de las ideas de su tiempo. Sumergido en sus estudios vivió sus últimos 30 años en una torre del castillo de Frombork. Allí esperó hasta el último momento para publicar "De revolutionibus orbium celestium" ("De las revoluciones de las órbitas celestes").
Según los historiadores, Copérnico sufrió un derrame cerebral que lo tuvo inválido en su cama por mucho tiempo y el mismo día de su muerte hojeaba el primer ejemplar impreso de su obra.
La publicación de su teoría fue impulsada por sus dos únicos amigos: el gran matemático Jorge Joaquín Rético, quien a los 20 años era profesor universitario, y el obispo de Kulm, Tiedemann Giese, quien le había depositado una gran confianza.
Copérnico dedicó su trabajo a Pablo III, quien era el Papa en esos días. Sus palabras fueron: "Santísimo padre; bien puedo suponer que ciertas personas, enteradas de mi libro sobre las revoluciones de las esferas celestes, proclamarán que yo, sustentando tales opiniones, debiera ser escarnecido por mis disparates. Por eso estuve dudando por largo tiempo sobre si publicaría estas reflexiones escritas o sobre si sería mejor seguir el ejemplo de los pitagóricos y otros, quienes eran partidarios de enseñar sus misterios filosóficos sólo a los íntimos y a los amigos, y de no hacerlo por escrito".
También indicó en esas líneas: "Al considerar esta cuestión y el temor al escarnio que mi nueva y (aparente) absurda opinión podría acarrearme, por poco me determino a abandonar el proyecto".
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