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sábado,
29 de
octubre de
2005 |
Schenone salvó a sus amigas de las balas de Conzi
Buenos Aires.- Un perito balístico aseguró ayer que Marcos Schenone le salvó la vida a las dos chicas que viajaban junto a él en el asiento trasero del remís, ya que al escuchar los primeros disparos, las protegió con su cuerpo y dejó expuesta su espalda a los balazos que lo mataron. En tanto, otros dos peritos balísticos confirmaron que todas las pruebas revelaron que la pistola 9 milímetros secuestrada en la habitación del imputado Horacio Conzi fue el arma usada en el crimen.
La 10ª jornada del debate en el que Conzi está siendo juzgado por el homicidio de Schenone y las cuatro tentativas de homicidio del resto de los ocupantes del remís atacado a balazos la madrugada del 16 de enero de 2003 se centró en las pericias balísticas que incriminaron a Conzi.
Los expertos remarcaron que salvo una, el resto de la balas secuestradas en la causa eran del tipo "KRD" encamisadas, de fabricación artesanal, venta prohibida y diseñadas para traspasar chalecos antibala.
El perito Marcelino Cottier, jefe de operaciones de la Policía Científica de San Isidro, explicó cuáles fueron las trayectorias de los 14 balazos en el remís. Y arribó a dos conclusiones: primero, que de acuerdo a los orificios de entrada y salida de los balazos que recibió el remís, las trayectorias eran compatibles con la versión de los testigos; y segundo, que Schenone le salvó la vida a Paula Alonso y Gisella Carabetta, las dos chicas que lo acompañaban en el asiento trasero del auto. Según Cottier, si los tres ocupantes del asiento trasero se hubieran quedado apoyados en el respaldo, todos hubieran muerto.
Al analizar la trayectoria de los disparos y el relato de Alonso y Carabetta, el perito concluyó que, al escuchar los disparos, Schenone giró el torso hacia la derecha, se agachó, de una brazada tomó por sus cabezas e hizo inclinar a las dos chicas y en ese movimiento dejó expuesta su espalda a las balas.
En tanto, el médico forense Eugenio Aranda ratificó que Schenone murió en el acto por tres balazos atravesaron su tórax. Cuando la fiscal le preguntó si un tirador ebrio -como pretende demostrar la defensa-, podía acertar esos impactos, Aranda respondió que no. (Télam)
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