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sábado,
29 de
octubre de
2005 |
La siesta
sagrada
Paralelamente a la notable reactivación operada en la construcción de edificios (en esta manzana se están levantando cuatro al mismo tiempo) han aumentado las protestas por ruidos molestos. Si bien en algunos casos no se superan los decibeles permitidos (65 en zonas residenciales según la ordenanza 46.542) los ruidos resultan igualmente molestos y perturban el descanso de los moradores de las fincas vecinas por su repetición y continuidad, ya que las tareas se llevan a cabo a cualquier hora todos los días, incluso sábados y domingos. Tenemos la necesidad biológica de dormir de siete a nueve horas diarias. Si no lo logramos durante la noche debemos intentar completarlas con una siesta. La siesta es beneficiosa tanto para los vecinos de las obras como para quienes trabajan en ellas: está comprobado que la gente fatigada trabaja más lentamente, con menos efectividad, poniendo menor atención y cuidado en sus movimientos. Los accidentes de trabajo por causa de la fatiga cuestan en Argentina unos 400 millones de dólares anuales. Si se permite a los empleados una breve siesta -veinte o treinta minutos- estarán con mejor ánimo y más concentrados el resto de la tarde, lo que aumentará su productividad. En muchos puntos del país -como en la ciudad capital de nuestra provincia- la costumbre ha hecho sagrada (inviolable) a la siesta. Es hora de "consagrarla" también por la ley y para todo el territorio nacional.
Carlos Alberto Parachú
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