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miércoles,
26 de
octubre de
2005 |
Falleció el
jockey Juan
Porra Funes
El pasado domingo, a los 76 años falleció en nuestra ciudad el ex-jockey Juan Francisco Funes. Proveniente de una familia ligada a la actividad, tales los casos de Florindo Ambrosio (su concuñado, que falleció recientemente, y que tuviera una destacada labor como entrenador) y Carlos Gatto (desde hace muchos años recaló en Mendoza para encargarse de la preparación de los sangre pura de carrera).
A los 14 años se inició como peón y más tarde fue tentado por un propietario cordobés para probar suerte en aquel medio. Tras un breve lapso retornó al hipódromo local, y ya afincado nuevamente en Rosario, se puso a trabajar a las órdenes de Félix Chirino y Natividad Agout, y con el tiempo se convirtió en uno de los jinetes más destacados de nuestro medio, disputando palmo a palmo las estadísticas, junto a profesionales de la talla de Héctor Libré, Rubén Darío Galloso y José Horacio Figueroa, y luego con Angel Barattucci, Héctor López, Juan Ublich y Juan Valdez, entre otros.
Además de los antes nombrados montó ejemplares de los trainers Carlos Varela, Atilio y Noelio Merli, Edgar y Félix Ricchi, Aurelio Palacios, Urbano Ardiles y Luis Fuentes. Supo correr animales de la talla de Buen Juego, Mercol, Ben con Vento, Te Miro, Langford, Espiritual, Menguado y Barcal, un defensor de las sedas del stud La Nena.
Su mejor éxito
Pero quizás, para Juan Francisco, el 7 de octubre de 1970 fue uno de los días más gloriosos, cuando se adjudica la primera edición del "Gran Premio Internacional Ciudad de Rosario" llevando al disco triunfal a Vincitore. El pensionista de Adolfo Giovanetti superó por 1 cuerpo a El Bochi (dirigido por Florindo Lerma), mientras 3ª a 1/2 cabeza llegaba Corredora (conducida por Angel Barattucci), en tanto Sobrando (montado por Aníbal Etchart) finalizaba 4º, en 2' 30'' 1/5 para los 2.350 metros de recorrido.
Para el popular Porra, el día más triste de su vida fue el 17 de febrero de 1984, cuando sufre un grave accidente mientras ensayaba con la yegua Timbal, una pupila de Noelio Merli, que hocicó cruzando el disco y lo despidió de su montura.
Esa caída le dejó secuelas imborrables (sufrió parálisis en miembros inferiores a partir de la octava vértebra dorsal), que lamentablemente lo dejaron postrado y lo alejaron definitivamente de la actividad.
Sin embargo, con el apoyo de sus seres queridos y el de los entrañables amigos, Funes sobrellevó esa dura contingencia hasta el último día de su vida. Sus restos recibieron cristiana sepultura el pasado lunes en el cementerio El Salvador.
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