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miércoles,
19 de
octubre de
2005 |
Conzi pagó
u$s32 mil por
una bala que
lo incriminó
Buenos Aires.- El empresario Horacio Conzi, quien está siendo juzgado como autor del crimen de Marcos Schenone, pagó 32 mil dólares para extraer del glúteo de un remisero una bala que terminó incriminándolo, según admitió ayer el propio chofer al declarar como testigo en la segunda jornada del juicio oral.
Se trata de Rodolfo Fernández, quien el 16 de enero de 2003 conducía el Ford Galaxy en el que viajaban Schenone y tres amigos cuando recibió 14 balazos.
"Yo vi en un programa de televisión, de (Mariano) Grondona, que Hugo Conzi -hermano del imputado- quería una bala para probar la inocencia de su hermano y yo me la tenía que sacar porque me molestaba y esa bala tenía valor. A mí me quedaron 25 mil dólares", dijo el testigo frente al tribunal.
La confesión sembró dudas respecto a lo declarado por el testigo, ya que aseguró no haber visto a Conzi conduciendo la camioneta desde donde partieron los balazos e incluso llegó a decir que no había iniciado una demanda civil contra el imputado porque, como católico practicante, debía perdonarlo. Estas afirmaciones generaron una descompensación en Elsa Schenone, la madre de la víctima, quien debió retirarse de la sala.
La madrugada del hecho, Fernández fue herido de dos balazos que quedaron alojados en uno de sus glúteos. Al inicio de la instrucción, esas dos balas se convirtieron en la obsesión de Hugo Conzi y de la defensa. Es que los Conzi estuvieron convencidos de que el fiscal de San Isidro Mario Kohan había fraguado el primer peritaje balístico que determinó que las balas halladas en la escena del crimen habían sido disparadas con una de las pistolas Pietro Beretta 9 milímetros secuestradas en la casa de ellos.
Una operación pautada
Por ese motivo, a pedido de la defensa, el 14 de mayo de 2003, Fernández fue sometido a una intervención quirúrgica. De los dos plomos que tenía alojados en el glúteo izquierdo, a Fernández le extrajeron sólo uno, ya que por el lugar donde estaba posicionado el otro, la intervención podía representar un riesgo.
El remisero recordó: "Me extrajeron un proyectil del glúteo, no me sacaron el otro. Otro lo entregué yo el día del hecho en el hospital. No sé si a un médico, enfermero o policía. Yo le dije encontré este pituto en los pliegues de mi panza".
El plomo en el cual estaban depositadas todas las esperanzas de la defensa para demostrar irregularidades en los peritajes, finalmente también incriminó a Conzi. El proyectil calibre 9 milímetros fue cotejado con los plomos de la escena del crimen y el resultado fue que habían salido de la misma pistola.
Fernández admitió que se pagaron 32 mil dólares por la intervención que terminó incriminado a Conzi. "Más de 10 o 12 mil dólares fueron para los abogados, los medios y los gastos de la clínica. No se quién entregó el dinero, a mí me lo dio mi abogado. A mí me quedaron unos 25 mil dólares. Le deben haber dado en total a mi abogado unos 32 mil dólares", explicó el chofer.
Cuando la fiscal Gabriela Baigún lo interrogó irónicamente si quién había puesto el dinero había sido la familia Schenone o los otros tres sobrevivientes, el remisero contestó que no. Finalmente, cuando Baigún le preguntó si el dinero había partido de los Conzi, Fernández reconoció: "Y, debería ser".(Télam)
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