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 miércoles, 19 de octubre de 2005  
El relato de un sobreviviente que trató de matar al tirano

Tikrit/Dujail. - Faris Yasim al Amin nunca olvidará el 8 de julio de 1982. Junto con otros 18 conspiradores abrió fuego ese día contra el convoy de Saddam Hussein en la pequeña ciudad de Dujail. El dictador sobrevivió e hizo sentir su ira sobre los habitantes del enclave shiíta.

Al Amin es uno de los diez conspiradores que tras el ataque consiguió escapar. "Yo y los otros del grupo preparamos el ataque con nuestros medios primitivos. Ningún partido iraquí o extranjero nos ayudó o supo de nuestro plan", relata.

Su cómplice Sattar Tawfik tenía el encargo de ubicar, el día de la visita del presidente a Dujail, el coche en el que viajaba Saddam, mientras circulaba con una moto. Pero lo que no podía saber es que poco después de que él lo hubiese visto en el vehículo, Saddam, conocedor de los métodos de seguridad, cambió nuevamente de auto.

Los conspiradores por lo tanto no abrieron fuego contra el presidente, sino contra un capitán. Al Amin cuenta que sus tres cómplices fueron abatidos directamente por los guardaespaldas del dictador. Entonces se cerraron las calles de salida de la ciudad hasta que llegaron refuerzos. Otros seis integrantes del comando murieron ese mismo día, según Al Amin. El y otros nueve conspiradores consiguieron huir, primero a Bagdad, luego a Mossul y a Erbil, en el norte iraquí, hasta que llegaron a Irán.

Pero los habitantes de Dujail pagaron un elevado precio por el intento de asesinato. Al menos 150 hombres fueron ejecutados. Hatim Ahmed al Jasrayi, miembro de la Asociación de Presos Liberados de Dujail, explica que cerca de un centenar de familias fueron a dar con sus huesos en la cárcel y que unos 257 habitantes de Dujail siguen desaparecidos desde entonces.

Al Jasrayi señala: "Mi hermano, el capitán Mohammed Ali, fue ejecutado. Yo pasé siete años en la cárcel. Las torturas y las humillaciones de entonces todavía las sigo teniendo presentes, como si hubiesen ocurrido ayer". El, al igual que Mohammed Hassan Mahmud, quedó en libertad tras una amnistía. En sus brazos se pueden ver las huellas de la tortura. "No queremos venganza, queremos justicia y que el proceso (contra Saddam) se desarrolle de acuerdo con la ley", agregó.

Para Al Amin, el agresor de entonces, sólo una cosa es importante: que Saddam y los otros peces gordos del régimen que participaron en la campaña de venganza contra el pueblo de Dujail sean condenados a muerte.
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