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domingo,
11 de
septiembre de
2005 |
La máquina más chica
Científicos británicos crearon un dispositivo que es 80 mil veces más pequeño que un cabello humano
Un grupo de científicos británicos creó una diminuta máquina molecular que puede mover objetos millones de veces mayor que ella. El invento, que pertenece a un equipo de investigadores de la Universidad de Edimburgo, en Escocia, promete ser de suma utilidad para realizar investigaciones médicas y físicas. El dispositivo es 80 mil veces más pequeña que un cabello humano y se piensa utilizar para controlar el desplazamiento de drogas a través de todo el cuerpo humano.
De esa manera, los científicos pretenden asegurar que los fármacos lleguen al punto exacto donde se necesitan.
La máquina es la primera en su tipo y también podrá ser empleada en materiales inteligentes, para que sean capaces de cambiar el tamaño de la conductividad eléctrica.
David Leigh, uno de los creadores de la máquina, explicó que el aparato fue creado cubriendo una superficie de oro con moléculas en forma de varillas mediante una técnica de ingeniería de avanzada, que produce una rotación de una especie de anillos.
Cuando esas moléculas son expuestas a rayos de luz ultravioleta, el anillo cambia de posición en la varilla, afecta la tensión de la superficie del oro y provoca movimientos de partículas de agua.
Leigh indicó que "eso es equivalente en el mundo macroscópico a un pistón que se corre sólo un milímetro pero mueve una torre rascacielos".
Desde un proceso biológico que funciona a partir de la fotosíntesis hasta otros de replicación son controlados por movimientos mecánicos a nivel molecular.
Los científicos coincidieron en que conectar una serie de anillos para que al recibir cierta luz puedan producir material que cambie en forma y tamaño es algo que nunca se había logrado.
En otro orden, ayer se precisó que la terapia de células madre aplicada hace dos años por primera vez en el mundo en Duesseldorf en enfermos cardíacos ha sido un éxito y los 34 pacientes están en excelente estado.
El cardiólogo Bodo Eckehard Strauer indicó que las células madre adultas, extraídas de los propios pacientes, les fueron implantadas en las arterias coronarias, y ya en los primeros tres meses se habían regenerado los tejidos destruidos por un infarto y se había mejorado notablemente la irrigación sanguínea.
"Se trata de un procedimiento experimental fascinante por la idea y muy prometedor tras los primeros resultados", dijo el profesor Hans-Joachim Trappe, consejero científico de la Fundación Alemana del Corazón. (Télam)
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