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 domingo, 11 de septiembre de 2005  
De la Guarda sigue con las presentaciones de "Período Villa Villa" en Newell's
Música, teatro y danza en un festejo compartido que estimula los sentidos
El espectáculo apela a desafiar las leyes de la naturaleza con recursos que le reportaron la admiración internacional

Rodolfo Bella / Escenario

El grupo porteño De la Guarda comenzó en Rosario la gira nacional con su espectáculo "Período Villa Villa", en el estadio cubierto de Newell's Old Boys. Las funciones que ofrece la compañía desde el martes pasado son las primeras en Argentina fuera de Buenos Aires. De la Guarda llegó precedido de un merecido renombre adquirido durante más de una década de trabajo y con una propuesta que combina distintas disciplinas escénicas cuyo objetivo excluyente es apelar a la capacidad sensorial de los espectadores.

"Período Villa Villa" no se ajusta a una propuesta escénica ortodoxa. El show, con el cual De la Guarda recorrió buena parte del mundo y cuyas presentaciones son parte de una gira que los llevará a Córdoba, Chile y finalmente durante la temporada de verano en Mar del Plata, reúne un despliegue técnico infrecuente y demanda un trabajo corporal intenso y perfectamente sincronizado a sus integrantes.

Pero las coreografías aéreas y el vértigo de los espectadores que se atreven a ser colgados junto a los artistas, no es todo. Para que la propuesta tenga el efecto deseado, es necesaria además la inclusión de una impactante planta de luces, un potente equipo de sonido y un grupo de enérgicos percusionistas que ejecutan música de inspiración tribal.

También cuenta con el añadido de coreografías de danza contemporánea, breves parlamentos, arengas y sonidos guturales, y sobre todo imágenes sugestivas y poéticas logradas a partir de elementos como el agua y el aire, pero también con papel picado, globos y cotillón.

La sumatoria de efectos compromete los sentidos, con excepción del olfato. Aunque a la propuesta se le imprimió un carácter marcadamente visual, ese lenguaje no impide experimentar en mayor o menor grado una cantidad de sensaciones que exceden el tradicional recurso del impacto de la mirada del espectador.

La búsqueda del director del fenómeno De la Guarda, Pichón Baldinú, apuntó a una diversidad de sensaciones que que evidentemente encontraron un catalizador en la necesidad, el deseo, o la aceptación de la convención por parte del público de ser invitado a sumarse a la fiesta para dejar de sentirse un elemento pasivo de la puesta en escena.

La fusión de elementos técnicos y artísticos está al servicio del carácter de celebración colectiva que adquiere el show, y que es otra de las marcas originales que lo sustentan y que lo diferencian de cualquier precedente que pudiera haber inspirado, hace ya más de una década, al dúo de creadores formado por Diqui James y Baldinú, y que comenzaron a darle forma a De la Guarda a partir de la separación de la compañía La Organización Negra.

El sentimiento de ritual compartido, sin embargo, tiene sus tiempos prolijamente administrados y permite llegar a un clímax que, para que sea completo depende de la colaboración y el entusiasmo de las personas presentes, por lo cual el show se divide en bloques cuya intensidad crece gradualmente.

Una atmósfera de rave recorre "Período Villa Villa" del principio al fin. Y como ocurre en una verdadera fiesta, no existen más pretensiones que festejar y estimular a quien participa. Sin embargo detrás de toda gran fiesta hay un organizador riguroso y atento que permitió que "Período Villa Villa" fuese una propuesta que trascendió al mundo y que tuvo elencos locales simultáneos en Nueva York y Londres, además de Brasil, Moscú, Milán y Portugal.

El elenco está formado por un grupo de muy bien entrenados actores, bailarines y acróbatas, que deben ejecutar su trabajo con precisión. Aunque los arneses son un recaudo, cada balanceo y cada cruce suspendidos de una cuerda es una apuesta de riesgo, lo que contribuye a que "Período Villa Villa" sea una apuesta vital y estimulante.
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En algunos tramos el show del grupo porteño desafía las certezas de la razón.

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