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 domingo, 11 de septiembre de 2005  
Un gracias muy grande por tanta paciencia, el cariño y hasta los retos
Los chicos del Consejo de Niños saludan a los maestros
Fanáticos del recreo, cuentan qué docentes quieren

Tienen que saber mucho, ser comprensivos, explicar las cosas una y mil veces, dar ejemplos. También deben tener carácter, retar a sus alumnos cuando lo merecen y ser cariñosos cuando se portan bien. Eso es lo que los chicos esperan de sus maestros, los méritos que reconocen en quienes todos los días se ponen al frente de sus clases. Aunque dicen sin vueltas que lo que más les gusta de la escuela son los recreos, reconocen la paciencia y el cariño que reciben de sus docentes. Y se lo agradecen en su día.

Agustina Fernández, Aldana Vallejo, Berenice Robles, Tomás LLeonart, Camila Figueroa y Matías Cabrera son alumnos de sexto grado de distintas escuelas. Los seis participan del Consejo de Niños del Distrito Centro. Y las coincidencias no terminan allí: todos prefieren los recreos a las clases y también son enfáticos para afirmar que no querrían ser maestros de sexto grado. En cambio, muchos no desdeñarían acceder al Ministerio de Educación. Es que, una vez allí, tienen claro lo que harían: "Pagarles más a los maestros", advierten al unísono.

"Lo que más me gusta de mi maestra es que es comprensiva. Si no entendés algo, le preguntás de vuelta y te lo explica perfecto cuantas veces quieras. Eso nos ayuda un montón", dice Agustina, alumna de la escuela Pestalozi.

Para Aldana, que va al colegio San Miguel de Garicoits, los docentes no sólo deben ser pacientes a la hora de enseñar, sino también cariñosos con los chicos. Matías, alumno de La Alborada, apunta que tienen que estar dispuestos "a hacer trabajar mucho a los chicos". Berenice estudia en la Juan Arzeno y rescata que los maestros "no reten a los chicos por todo"

Tomás sorprende con su respuesta. "Lo que más me gusta es cuando mi maestra se equivoca. Me gusta que ella se equivoque y yo tenga razón porque me gusta tener la razón".

-¿Y cuando esto pasa, tu maestra lo reconoce?

-A veces sí, pero a veces me dice que estaba todo preparado para que nosotros nos demos cuenta de que las cosas no eran así.

-Que...¿se equivoca a propósito?

-Claro, dice eso.

-¿Pensás que es cierto?

-Creo que es para salir del apuro, pero puede ser cierto.

Camila interrumpe, dice que a veces sus maestras también se equivocan y risueña confiesa que, como a Tomás, le gusta hacérselo notar. Es alumna de la escuela Basilicata y se queja de que "los políticos le dan poca bola a la educación".

-¿Por qué pensás eso?

-Porque si les importara, no habría paros.

Tomás la ayuda a completar la frase. "Todos dicen que es importante la educación, pero lo hacen para cubrirse. Para que todos piensen que les importa, pero en realidad no", opina.

-¿Les gustaría ser ministros de Educación?

-No. Mucho paro, muchas cosas raras, prefiero ser profesor y listo. (Tomás)

-Claro. A los maestros le tendrían que pagar más así nos pueden dar clases en vez de hacer paro. Porque los que terminamos perdiendo somos los chicos. (Berenice)

-A mí sí me gustaría ser ministra, trabajaría para que los chicos reciban una buena educación.

-¿Creés que se hace eso?

-Hay algunos que sí y otros que no.

-¿Cómo te das cuenta cuáles sí y cuáles no?

-Hay algunos políticos que están al lado de los maestros, pero otros están en su contra. Todos tendrían que acercarse a los maestros y ayudarlos porque es lindo.
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Agustina, Aldana, Berenice, Tomás, Camila y Matías destacan los méritos de sus docentes.

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