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domingo,
04 de
septiembre de
2005 |
[Lecturas] Poemas de Emiliano Bustos
El oficio de desmalezar
Poesía. "56 poemas", de Emiliano Bustos. Ediciones La Carta de Oliver. Buenos Aires, 2005, 62 páginas.
Lisandro González
En este nuevo libro de Emiliano Bustos nos encontramos con cincuenta y seis poemas de versos largos con un aliento no precisamente narrativo sino cercano al poema en prosa. El recurso de utilizar separaciones arbitrarias en las palabras y el manejo de cierta manera de escritura en los bordes distancia a estos textos de los poemas breves de imágenes delicadas y concisas de su primer libro, "Trizas al cielo", pero los acerca a algunos de "Falada", el segundo.
Precisamente en un comentario sobre ese libro se mencionaba que "predomina el poema largo y de verso extendido, casi en prosa, sostenido en el abigarramiento de ideas e imágenes y en una apuesta a la intensidad". Y estos "56 Poemas" vienen por este sendero, consolidando así la original y personal obra de este poeta.
El primer poema comienza mencionando "un objeto antiguo". Y ese objeto se va transformando, desde la exploración de las cosas cotidianas, hasta volverse la historia, la realidad política o el mismo mundo, cuya "constitución original reclama un desmalezador". Y este desmalezador vendría a ser precisamente el poeta, cuya materia en esta obra adquiere ciertos caracteres de maleza -idea reforzada por la carencia de título del libro y de los poemas, identificados numéricamente-, eligiendo para atravesarla la bicicleta, referida repetidas veces, con su inevitable resonancia a la infancia -y a la inocencia que acompaña al gesto poético.
Diferentes registros y recursos se advierten en esta obra, donde por momentos aparece la primera persona y las cargas y señales particulares. Hay también elementos de escatología ("el mapa de amoníaco de tus abuelos meones"), aires barrocos, lírica, hermetismo, todo ello frente a la presencia ineludible de lo prosaico y lo cotidiano; así como también una muy aguda escritura sobre la escritura.
Sería interesante, llegado este punto, saber si puede ubicarse este libro en el mapa de la poesía de los 90, que el propio autor trazó en un artículo publicado en la revista "Hablar de poesía" y centrado mayormente en la producción de Buenos Aires. Allí divide las aguas entre aquellos que trabajan con los elementos realistas y antilíricos, de los que posteriormente vuelcan su mirada sobre lo lúdico y sobre la infancia -en un camino hacia una nueva lírica. En estos textos existen rasgos que coinciden y a su vez abjuran de cada una de estas dos vertientes -hay realismo pero no objetivado, hay una lírica aunque cáustica, a su vez está la infancia, pero sin ingenuidad.
En varios de los poemas hay referencias concretas a la poesía, pero no únicamente a lo que podría ser una "poética", sino también entrándole con ironía y dureza al mundillo literario -"botarates barrocos, efusiones teó-/ ricas, liendres que van a respirar hasta la próxima polé-/ mica"; al canon -"y de eso se trata, de adentrarse cada/ vez más en la subsistencia del canon, en la sobre vida del rey/ desnudo"-; sin pasar por alto las dificultades económicas que encuentra el poeta al momento de querer hacer pública su obra: "señalando al fin las vacas flacas que empu-/ jan a los poetas de nuestro tiempo hacia la publicación enco-/ gida."
En la maleza de estos versos también aparecen la política y la historia, con una dura mirada donde "gobernar es una lengua terrible, nadie sabe en/ qué palabra el mundo es mundo, en cuál es eco, repitiendo/ desaparecido". No faltan la ironía ni el humor: "si mirás la lista de/ los presidentes argentinos desde José Félix Uriburu hasta K;/ hay verso, hay rima, hay sonoridad".
También se percibe la presencia del hogar y del padre, Lugones e hijo, Baldomero y César Fernández Moreno, Bustos Emiliano y Miguel Angel -con todo lo que puede implicar estas elecciones-, y reconociendo de manera abierta en palabras del autor su propio perfil "parco, monoteísta/ de Bustos el viejo".
El material de estos poemas es abrumador -dramático e incluso trágico como señala Leonidas Lamborghini en la contratapa-, pero esta poesía puede con él y Bustos se anima con la palabra y la mirada a desmalezar aun "si el campamento de/ sombras y musgo noquea".
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