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domingo,
04 de
septiembre de
2005 |
Panorama político
Políticos ladrándole a la luna
Mauricio Maronna / La Capital
Con la lucidez intacta, Elisa Carrió le puso el copyright a una frase que define el estado de las cosas en el mismo momento en que la campaña electoral comienza a gastar adrenalina solamente en los propios involucrados, para quienes la vida es lo que pasa mientras buscan un cargo: todos (no solamente Néstor Kirchner) están ladrándole a la luna.
Más allá del alivio que generó en Casa Rosada una encuesta publicada por Clarín atribuyéndole el triunfo por 20 puntos al oficialismo nacional en provincia de Buenos Aires y mostrando un empate casi técnico en la Capital Federal, la mayoría de los sondeos que no se han publicado reflejan un principio de hartazgo de la sociedad con el tono crispado de la campaña, el delivery de denuncias sobre conspiraciones y el chirriante tono con que Cristina Fernández se sube a los palcos para retar al resto del mundo.
El acto realizado en el gimnasio cubierto de Newell's sirvió (y de mucho) para quienes quisieron auscultar cómo es el antes, el durante y el después de cada incursión fulgurante de la campaña K. Cuando se apagan las luces de la televisión se encienden las mediciones sobre "aceptación del discurso y recepción en la sociedad", una especie de balance que sube a escena los pros y los contras de la campaña permanente.
El presidente es acompañado mayoritariamente cuando plantea la necesidad de que la sociedad lo ayude en la tarea de gobernar para dejar atrás la escoria que supieron acumular sus predecesores. Pero los mismos que adhieren a esa premisa marcan su desapego con la crispación, la vocinglería y los gestos teatralizados.
"Está todo bien, pero paren de gritar", le sugirieron a un ministro que consume encuestas con la misma fruición que cafeína.
En verdad, Kirchner logró instalar con fuerza la idea de que representa lo nuevo o, si se quiere, lo más nuevo de lo viejo, en un país harto de las mismas caras que vienen prometiendo un futuro mejor desde el 83 y que repiten los mismos tics, las mismas gestualidades e idénticas prácticas.
El jefe del Estado está zambullido en la provincia de Buenos Aires, territorio donde se juega su liderazgo y (hay que decirlo de una buena vez) su reelección. Una contundente victoria sobre el duhaldismo sacará de la cancha a su ex padrino (escrito esto desde los antecedentes políticos y no desde el guión de Francis Ford Coppola).
La dispersión opositora, los aires de progresismo cultural que ahora dominan los grandes centros urbanos y la noventofobia son los nuevos tótems, aunque tal vez mañana sean solamente placebos o esfinges.
Habrá que observar detenidamente si, al fin, Kirchner les da el gusto a los analistas porteños que vienen pronosticando erróneamente desde hace meses nuevas etapas de moderación discursiva, casi desde el mismo momento en que el santacruceño asentó sus reales en el Palacio de Gobierno.
El presidente se tomó unos minutos el miércoles para repasar junto al candidato Agustín Rossi las repercusiones del acto en Rosario y lo instó a "caminar, caminar y caminar para recordarles a los santafesinos cuántas cosas hizo el gobierno nacional para que la provincia se convirtiera en el ícono del cambio de época".
El santacruceño se comprometió a "compatibilizar" su agenda para regresar a Santa Fe pero el postulante local sabe que para que eso se logre ahora debe borrar del inconsciente colectivo lo que los medios porteños dieron como una fija: "Hermes Binner gana las elecciones".
La insustentable crítica de Cristina al "pacto" socialista-radical, al fin una unión de partidos que también pone en práctica el Frente para la Victoria, borró de todas las lecturas lo que la senadora omitió decir, tal vez porque a los justicialistas santafesinos se les escapó la tortuga maradoniana. Lo grave de la coalición opositora es que la lista de candidatos nació al albor de denuncias por "compras de voluntades", formulada no por un opositor sino por el radical Carlos Iparraguirre, hoy hundido en un silencio ominoso.
¿Nadie le recordó a la primera dama ese dato para que se convirtiera en una versión mejorada de la hipérbole que lanzó desde el palco rojinegro?
Más allá de encuestas, cambios de ánimo o posicionamientos, el ex intendente se siente hoy triunfador. Modera sus declaraciones, se pasea por los canales porteños e insiste en un latiguillo que desacomoda a los peronistas: "No soy opositor a Kirchner".
Desde el campamento socialista se jactan de haberle hecho entender a Binner con quién tiene que pelearse y con quién no, especialmente después de la campaña a gobernador del 2003 cuando eligió como blanco de sus críticas a Carlos Reutemann y se parangonó con "el Negro (Carlos) Monzón", dejándole al Lole el rol "de Nino Benvenutti". El resultado de esa estrategia quedó a la vista el 7 de septiembre.
"Binner dice cosas tan obvias que parecen sacadas del Billiken", asestó el viernes Rossi, quien preferiría que el hierático líder del PS se alejara de la línea discursiva que eligió: elogiar al presidente, sostener que el peronismo local está tan lejos de las políticas nacionales como Rosario de Quitilipi, criticar a la Justicia provincial y arroparse en esas esgrimas verbales que tan bien suenan en los oídos de Mariano Grondona, quien admitió haber encontrado a "su" líder en la figura del socialista, luego de que éste dijo que era hora de pensar a la Argentina en "celeste y blanco y no en blanco y negro".
Binner provincializa las elecciones, asocia la buena estrella de Reutemann con su pasado deportivo y recuerda los más de 20 años de permanencia del PJ en el poder. El factor capital es una instancia que al menos por ahora juega a favor del postulante del Frente Progresista. Como ya se escribió en estas páginas, resulta inentendible que el justicialismo no haya tenido lucha interna en la ciudad de Santa Fe cuando la flor y nata de la nueva ley electoral está regida por la lectura de los números que se hacen a posteriori de las contiendas. "Ahí se nos escapó otra tortuga, pero además era renga", grafica, chispeante, un legislador reutemista.
El presidente del Concejo tiene la certeza de que con la foto de Kirchner no basta. "Necesito que el Lole me acompañe a recorrer los pueblos, él sigue siendo el gran elector", comenta el candidato a sus íntimos. En pocos días, las ciudades más importantes de la provincia aparecerán empapeladas con afiches que mostrarán las obras y los montos que bajaron desde la Nación. Con eso, el Frente para la Vitoria pretende encarar la difícil tarea de desinstalar la idea de que el boom rosarino es puro mérito del socialismo.
Afiches más, afiches menos, el mejor marketing de campaña es el que nace de la gestión. Por eso, el gobernador Jorge Obeid necesita desactivar cuanto antes el conflicto con los docentes, una piedra en el zapato justo cuando su gestión empieza a recoger algo más de adhesiones que las cosechadas en los primeros tiempos de su segundo período.
Algunos peronistas parecen no molestarse demasiado con la insólita ausencia de la vicegobernadora María Eugenia Bielsa en el acto kirchnerista de Newell's (dicen que estaba en las sierras cordobesas), al mismo tiempo que le descerrajan algunas frases hirientes por su negativa a presentarse como candidata a diputada. Sin embargo, no parecen reparar en que la arquitecta sigue gozando de una alta ponderación entre los independientes.
De hecho, con la marchita, el bombo y las fotos de Perón y Evita ya no alcanza para seducir a los sectores no peronistas, claves para definir una elección. Obviamente, tampoco ayuda el nuevo exabrupto de Aníbal Fernández, quien mandó a los justicialistas a "meterse" las estrofas de Hugo del Carril en el conducto proceloso.
El martes próximo será un día binnerista. El Frente Progresista relanzará su lista en el Patio de la Madera tratando de asegurar la amplia diferencia que lleva en Rosario. Desde ahí y hasta el final de la campaña deberá lograr seducir al interior profundo y mantener la ventaja que hoy por hoy le saca al oficialismo en la ciudad de Santa Fe.
Desde el otro lado de la vereda esperan que a pocas horas del cierre de la tarea proselitista, Kirchner pueda "compatibilizar" su agenda y (junto a Reutemann), marque la cancha respecto a quiénes son los "oficialistas" y quiénes los "opositores".
De ahora en más también empezará a pesar la "fuga de votos": los justicialistas añoran que el ARI se convierta en la sorpresa y los socialistas esperan que el menemismo de Luis Rubeo, el espacio de Héctor Cavallero, el PDP y el frente de centroderecha encabezado por Castellani refugie a quienes no se ven representados por la lista oficial.
En el mientras tanto los fuegos de artificio (habrá que cruzar los dedos y rogar que solamente sea pirotecnia discursiva) serán consumidos en la madre de todas las batallas y, como hasta hoy, casi todos seguirán ladrándole a la luna.
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