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domingo,
04 de
septiembre de
2005 |
Día de la industria. El titular de Fisfe repasó la "nueva agenda" de la entidad
Garrera: "Con la política del dólar bajo se
fundieron el campo y la industria"
El dirigente dijo que las retenciones las paga toda la sociedad y negó que sean un subsidio al sector
Alvaro Torriglia / La Capital
"Hay gente que está confundida, la industria también paga retenciones". El presidente de la Federación Industrial de Santa Fe (Fisfe), Carlos Garrera, no esquiva la discusión lanzada desde algunos sectores agropecuarios sobre el efecto subsidio que los derechos de exportación producen desde el campo a la industria. Recuerda, en ese sentido, que el tipo de cambio alto, asociado a la existencia de ese impuesto, es la condición para sostener la competitividad de la economía argentina en el largo plazo y contraataca: "Con la convertibilidad y la tablita, cuando el dólar estaba bajo, se fundieron el campo, la industria y el comercio". En el marco del Día de la Industria, el dirigente empresario se mostró a favor de enmarcar la puja distributiva "en un juego en el que gane el conjunto" y explicó cuál es la nueva agenda de la central fabril provincial. Energía, cadenas de valor, negociaciones internacionales sobre comercio, capacitación y tecnología. "Es una nueva agenda que incluye la articulación con el sector público", estimó. Si bien consideró que la recuperación del sector manufacturero es bastante pareja, advirtió que los rubros que no han logrado salir de la crisis son "los que atienden el 40% de la población que todavía no salió de la línea de la pobreza". Y respecto de la desnacionalización de empresas, consideró: "Estamos pagando no haber creado una burguesía industrial en los últimos 30 años".
-Con el tema de la energía, las negociaciones internacionales y otros, se percibe en los últimos tiempos que la agenda de la Fisfe se va alejando de los tradicionales reclamos empresarios. ¿Esto obedece a que cambió el panorama para la industria?
-Después de la devaluación, con un tipo de cambio competitivo, superávit fiscal primario, una balanza comercial superavitaria y una movilidad social ascendente a partir de las discusiones salariales, están dadas las condiciones para el crecimiento de las exportaciones y una reactivación del mercado interno. A partir de ahí surge una agenda de trabajo condicionada por las dificultades que genera un crecimiento sostenido en el tiempo, en momentos que la industria en general superó la performance de los mejores años. Hay sectores que están utilizando el 80% de la capacidad instalada, por lo cual se abren distintos tópicos a tomar en cuenta. Pasamos de la entidad que en general hacía protestas a tener una agenda de propuestas. Así planteamos seis ejes de actuación: el análisis de cadenas de valor sobre las producciones provinciales; la educación para capacitar a la mano de obra; el financiamiento para las pymes que, a pesar de haber salido de la crisis, siguen problemas para transformarse en sujeto de crédito; el seguimiento de las negociaciones internacionales, que nos llevó a hacer un acuerdo con el gobierno para hacer un diagnóstico y ver cómo defendemos a los sensibles; el apoyo institucional a la incorporación de tecnología y desarrollo de nuevos productos, a través de convenios con las universidades; y el tema energético.
-Un tema que es casi un caballito de batalla de esta gestión de Fisfe.
-Es que vislumbramos hace dos o tres años atrás que la provincia que maneje mejor el tema energía será la que tendrá mayor posibilidad de sostener el desarrollo de los sectores productivos. En función de eso desarrollamos herramientas para que las empresas tengan acceso en calidad y cantidad adecuada. Como el pool de compra, que permite que las industrias puedan discutir en mejores condiciones con una oferta oligopólica. Estos seis ejes de trabajo son los fundamentales, sin olvidarnos de los temas de coyuntura y estamos viendo que tanto el gobierno nacional como el provincial están dando respuestas a toda esta agenda.
-¿Qué amenazas hay sobre el crecimiento de la industria?
-El 40% de la población que todavía está bajo la línea de pobreza. Si logramos que esos sectores ingresen al mercado de consumo, consolidaríamos la reactivación del mercado interno. También el comercio internacional. Estamos complacidos con la acción del Ministerio de Economía de monitorear mercados como el de los calzados y el juguete, tratando de preservar cuotas de mercado a la industria nacional. Cualquier país serio regula los mercados.
-El crecimiento de las importaciones se apoya en los muchos huecos que quedaron dentro de las cadenas de valor. ¿Cómo se reconstituye esa red de proveedores?
-Se está reconstituyendo paulatinamente. La verdad es que es rápido destruir y cuesta mucho más recuperarse. Por eso es importante sostener en el tiempo este tipo de cambio real. Es lo que genera condiciones favorables para este negocio, el de la industria, que estuvimos destruyendo por 30 años. Hay que aprovechar estas condiciones para reconstituir el tejido industrial.
-Mientras Lavagna prometía sostener el dólar alto, asociado a las retenciones, desde algunas entidades del campo se acusaba a los industriales de recibir subsidios. Fisfe misma, en la presentación del centro de seguimiento de negociaciones internacionales, advirtió sobre el riesgo de que en las próximas negociaciones de la OMC se trueque la rebaja de subsidios agrícolas por una reducción de aranceles industriales. ¿Hay una puja campo-industria?
-Creo que hay gente que está confundida. Las retenciones las paga la industria y el campo. A lo mejor los porcentajes son diferentes. El campo paga 20% y la industria un promedio del 14%. La diferencia es que cuando la industria paga retenciones lo hace sobre el valor agregado, entonces aunque la alícuota sea menor, la retención se hace sobre un monto más alto. Quien verdaderamente paga el costo de las retenciones es toda la sociedad, que está haciendo un esfuerzo enorme por mantener, vía ese impuesto, ese tipo real competitivo. La verdad es que si no tuviésemos las retenciones, probablemente el dólar bajaría. Pero un dólar bajo sin las retenciones no significa que haya una economía floreciente. En la convertibilidad se fundían el campo, la industria y el comercio. En los últimos 30 años hubo dos períodos con tipo de cambio bajo, durante la tablita de Martínez de Hoz, y durante la convertibilidad, cuando se perdió mayor producto bruto. Y cada vez que Argentina entra en crisis, demora más en salir. Sostener que hay que tener un tipo de cambio bajo porque uno puede ganar más en términos de dólares, destruyendo toda la actividad productiva, es un engaño a la sociedad. Hay gente que está confundida y no ha entendido el problema.
-También hay industriales que ponen el grito en el cielo ante cada negociación salarial, advirtiendo sobre la inflación.
-En un proceso de crecimiento, todos los sectores pujan por ganar una parte de ese excedente. Como no hemos discutido un proyecto nacional que nos contenga a todos, cada uno trata de sacar la mayor parte. Nos debemos esa discusión. Nosotros tenemos una premisa: el éxito individual no genera un proceso social ascendente. Eso lo demostró Nash en el 53 en la teoría de los juegos. Tenés que tener éxito individual pensando en el conjunto. Tenemos que penar en un juego donde todos ganemos. También es verdad que siempre se ve el desacuerdo. Nuestra relación con entidades del sector agropecuario, como la Bolsa y la FAA son buenas y llegamos a acuerdos básicos. También con los gremios. A tal punto que de más de 200 convenios colectivos, casi el 80% se ha negociado y nadie lo dice. Sin embargo están.
-¿Qué sectores se han quedado y qué sectores están tomando la posta de la recuperación industrial?
-Las pymes han hecho un esfuerzo de inversión importante. Más del 40% de las empresas ha invertido. Lo que está faltando es inversión de las grandes empresas y de las de servicio. De todas formas hay sectores que todavía están complicados. Son los que, por fuera de los alimentos, atienden el consumo del 40% de la sociedad que no tiene un nivel de ingreso adecuado. Les falta un tiempo para recomponerse. El resto de los sectores tuvo un crecimiento bastante difundido y armónico.Argentina hoy tiene un panorama de crecimiento de 7 u 8%, que no es poco. Es más, requiere de un proceso de inversión muy fuerte.
-¿Por qué no hay más inversiones de las grandes empresas?
-Lo que pasa es que ellas hicieron una inversión muy fuerte en la década del 90. Cuando vino la debacle les costó un poco y no sabían cuál era el horizonte. La inversión de la gran empresa se hace para diez años, mientras que la de la pyme es para el año que viene. La provincia de Santa Fe, de todos modos, tuvo más de 2 mil millones de dólares de inversión, lo cual no es poco.
-Trabajan sobre las cadenas de valor. Pero en buena parte al final de la cadena hay una o dos empresas. Con este nivel de concentración, ¿se pueden llegar a acuerdos?
-Hay que comprometer a esas uno o dos grandes empresas que están a finales de la cadena de valor, para que sean los tractores de la cadena. Si logramos ese compromiso en el desarrollo de la cadena de valor, el éxito esta asegurado.
-Se celebra el día de la industria cuando se está vendiendo el principal frigorífico exportador del país a los brasileños. En la provincia hay medio cordón industrial en manos de extranjeros. ¿Cómo lo analiza?
-Tenemos que hacer nuestra mea culpa porque no fuimos capaces de generar hace treinta años atrás un proyecto industrial como lo hizo Brasil. Al no tener esa burguesía industrial, no generamos una cantidad de empresarios que estén dispuestos a jugar el rol de un empresario nacional. El proceso de crecimiento de la economía se está basando mucho en la obra pública, donde se usa acero y cemento, en manos de empresas extranjeras. ¿Es malo el capital extranjero? No es ni bueno ni malo. Lo importante es que estén dentro de un proyecto industrial argentino. La sociedad en su conjunto debe ser consciente de que cada vez que se compra un producto fabricado en Argentina está comprando trabajo argentino.
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Carlos Garrera instó a la compra de productos fabricados en la Argentina.
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