La atracción de los excesos

El intérprete luchó para quitarse la etiqueta de galán

Mickey Rourke no llegó a la cima por casualidad. Si bien triunfó con "Nueve semanas y media", una película ligeramente erótica en la que hizo pareja con Kim Bassinger, tenía una formación que excedía los clichés románticos de la historia de Adrian Lyne. Se formó en el afamado Actors' Studio de Nueva York y antes de hacerse famoso ya había trabajado en "Cuerpos ardientes", de Lawrence Kasdan; "Manhattan Sur", de Michael Cimino, y "La ley de la calle", de Francis Ford Coppola.

Sin embargo, ni siquiera trabajos respetables como el que cumplió en "Corazón satánico" de Alan Parker, lograron quitarle la etiqueta de símbolo sexual que se le pegó después de actuar en "Nueve semanas y media". De hecho, su caída tuvo más que ver con su lucha por tomar distancia del rótulo de galán que le había impuesto Hollywood que por la atracción que sentía por los excesos. Su carrera, y su vida, se desbarrancó, y en esa vorágine se hundió su matrimonio con la actriz Carrie Otis, su pareja en "Orquídea salvaje", quien hizo que lo detuvieran al denunciarlo por malos tratos.

"En los ochenta era un joven sin reglas, totalmente incontrolado, que pretendía hacer lo que viniese en gana", recordó Rourke, y, en un esfuerzo por explicar el golpe de timón que dio a su carrera, añadió: "Ahora sé que Hollywood es un negocio y que hay demasiada política e intereses creados dentro como para ir de rebelde. De hecho, existen muchos buenos actores que no han llegado a nada y muchísimos más mediocres que han triunfado porque tragaron". "La ciudad del pecado", la película de Robert Rodríguez, es la revancha que tanto había esperado.