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 domingo, 21 de agosto de 2005  
Educación: una actitud creativa

A menudo escuchamos que el futuro de las sociedades está en las jóvenes generaciones con capacidad innovadora y creativa. En los tiempos que corren, la creatividad es sin dudas una herramienta muy poderosa, casi convertida en un mandato social, que sirve para diseñar el presente y también proyectar el futuro.

Si bien J. Dewey o Max Wertheimer ya habían hablado del tema fue en 1950 cuando J. Guilford pronuncia un discurso en la Asociación Americana de Psicología, y su estudio toma más fuerza.

Muchas son las definiciones que se le han asignado al término, como la posibilidad de romper el molde (Bartler) o contribuir a la resolución de problemas (Wollschlager). Saturnino de la Torre sostiene que la creatividad no es una habilidad específica, sino la síntesis de múltiples operaciones de índole cognitiva y afectiva y sería la resultante de saber observar, analizar, sintetizar, formular y verificar hipótesis, interrogar e imaginar. Tiene que ver con el pensamiento divergente, es decir mirar desde múltiples perspectivas, desarticular modelos rígidos, buscar más de una respuesta y ensayar o establecer nuevas asociaciones.


Curiosidad y perseverancia
No se es creativo de una vez y para siempre. Depende del esfuerzo, de las posibilidades individuales y del aprovechamiento de las oportunidades que se presentan a diario. Decía Pasteur: "La casualidad sólo favorece a los espíritus preparados". Más conocida aún es la frase de Tomás Edison: "El genio consiste en un 2 % de inspiración y un 98% de transpiración".

Un ejemplo de esto es Joan Miró que produjo, a lo largo de sus noventa años, dos mil pinturas al óleo, quinientas esculturas y más cinco mil dibujos y collages.

Un estudio realizado por Anne Roe, en el cual examina la vida de sesenta y cuatro científicos, concluye en que la característica común en todos ellos era la dedicación al trabajo, una gran apertura y curiosidad por un lado y perseverancia casi obsesiva por otro.

Pareciera, entonces, que la creatividad es posible en todos los ámbitos como producto de la estimulación y el trabajo arduo, por lo cual también es viable en el espacio escolar, generalmente asociada a las disciplinas artísticas. Si bien, afirma Pérez de Cuellar, las artes son las formas más inmediatas reconocidas de creatividad pues son el fruto de la imaginación pura, frecuentemente se olvida que es una fuerza social que crece en el terreno de los actos más rutinarios del hombre.

Pero para que la creatividad sea parte de la institución escolar todo cambio que se promueva debe ser asumido, en primera medida, en la formación docente. No podrá haber cambio curricular impuesto desde arriba, sin un docente comprometido desde el aula a provocar dichos cambios. La creatividad deberá estar presente en todos los componentes: objetivos, metodología, y evaluación para contribuir a la estimulación.

La flexibilidad del docente para cambiar planes o clases es un indicio de actitud creativa. Es evidente que el conformismo, la verticalidad y el disciplinamiento no son el terreno adecuado para la creatividad. La sabiduría consiste en mantener una actitud abierta al saber en la convicción de la incompletud y falibilidad, manteniendo un equilibrio entre la certeza y la duda.

Partiendo de la frase de Hein: "Nuestras limitaciones se refieren a las facultades que no usamos", se podría establecer una nueva mirada sobre la clase, sobre todo sobre aquellos alumnos que no responden a los objetivos propuestos de antemano. Si la premisa es: el profesor sabe, el alumno es el ignorante, el resultado será un conocimiento cerrado, imposible de cuestionar. En cambio, si se considera que todos los educandos no tienen las mismas predisposiciones o no están igualmente motivados, se podrá prestar atención a la diversidad.

Ya Monteigne planteaba: "Vale más una cabeza bien puesta que una cabeza repleta"; frase a la que Edgar Morin agrega: "Una cabeza bien puesta es una cabeza que es apta para organizar los conocimientos y de este modo evitar una acumulación estéril". Por consiguiente agrega: "el desarrollo de la aptitud para contextualizar y totalizar los saberes se convierte en un imperativo de la educación".

Howard Gardner, Psicólogo de la Universidad de Harvard, propuso el enfoque de inteligencias múltiples, reconociendo la existencia de siete inteligencias diferentes e independientes que pueden actuar y potenciarse recíprocamente. Esta postura resignifica la idea acerca de los factores de la inteligencia, como algo puramente cognitivo. Es decir, todas las personas tienen la capacidad de resolver problemas y buscar soluciones utilizando varias inteligencias, insertos en una cultura determinada.

Reconocer a los alumnos como sujetos autónomos, capaces de ofrecer respuestas nuevas a diferentes escenarios donde todas podrían ser válidas, reclama un cambio de actitud y de apertura.

Carina Cabo de Donnet

Pedagoga

www.carinacabo.com.ar
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