Rituales: ofrendas para la Madre Tierra

Desde mucho tiempo antes de la llegada de los conquistadores españoles y hasta la actualidad, en el mes de agosto luego de la época seca, se prepara y fertiliza la tierra para su fecundación, se sahuman los hogares y un manto azul cubre la franja andina.

El ritual de la Pachamama está íntimamente ligado al ciclo agrícola. Antes de abrir la tierra para la siembra se le pide permiso a la Pachamama, dándole de comer las mejores comidas, pidiendo protección para las buenas cosechas, el ganado y la familia. Y en verano, en tiempo del carnaval, se agradece su bondad y se celebra con alegría.

En la Puna de Jujuy, el 1 de agosto, el hombre rinde culto a la Madre Tierra haciendo un agujero en la tierra o bien destapando el que años atrás se había hecho para esta oportunidad. Se le ofrece sahumerio con Koa, chicha, coca, alcohol y comidas típicas de la región acompañando con oraciones y plegarias.

El hombre de la Puna reunido con su familia y amigos, imploran para que no falte nada: trabajo abundante, bienestar, buenas cosechas y que la salud acompañe el resto de la vida (este culto de devoción a la Madre Tierra encierra una de las tradiciones populares más antiguas originaria de América).

Hasta el 30 de agosto se considera que la Pachamama está hambreada. Todos los rituales apuntan a apaciguar su hambre y asegurar los beneficios que esa divinidad puede otorgar.

Se realiza un hoyo sobre la tierra y se hace el convido, ofreciendo las mejores comidas para la ocasión mientras se dicen oraciones, se pide por la familia y las cosechas, se le da de comer, de beber chicha, de fumar cigarrillos y se echan hojas de coca.

Cada persona que participa de la ceremonia se arrodilla frente al pozo, ofrendando y rezando plegarias. Mientras se desarrolla el ritual, el sahumerio sigue prendido y luego se purifica toda la casa. De esta manera, hombres y mujeres se relacionan con la tierra mediante actos que denotan fe y respeto.

Claudia Goldin

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