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miércoles,
10 de
agosto de
2005 |
Reflexiones
Ser madre a cualquier precio
El pasado 1º de agosto trascendió que una pareja de lesbianas de Córdoba tendrá un hijo concebido por inseminación artificial. El bebé será inscripto como hijo de madre soltera, que es una figura legal reconocida. Este es el primer caso en la Argentina y la polémica ya se desató.
Juan José Estrade (*)
Ante las noticias que en estos días aparecieron como titulares en los medios sobre la maternidad de una mujer lésbica, parece oportuno hacer ciertas reflexiones con el propósito de aportar elementos desde la ética a estas nuevas situaciones que de hecho se instalan en nuestra sociedad.
Partiendo desde el concepto de lo que es la sexualidad: cualidad o condición que hace a la personalidad del individuo, éste es un ser sexuado: mujer y varón.
Se pretende legitimar las distintas conductas sexuales (en perspectiva de género) considerándolo un derecho igualitario, sin discriminación. Pero no hay tal derecho "igualitario" a todos. No se pueden negar las diferencias. Los seres humanos somos todos iguales en cuanto a la dignidad de personas, pero no en tantísimas otras condiciones. Somos irrepetibles.
El ser mujer o varón marca condiciones diferentes que inciden fundamentalmente en la organización psíquica de la persona. Sobre las diferencias biológicas se asientan los roles materno y paterno, y los procesos de identificación en el niño respecto de su crecimiento y desarrollo de identidad sexual.
Nos seguimos preguntando respecto de la situación presentada en estos días en los medios acerca de la pareja de lesbianas que se disponen a tener un niño por inseminación artificial.
¿Quién es la que engendra? Una mujer fértil, que no puede por la naturaleza de su relación afectiva (homosexual) conseguir un hijo y recurre al semen procurado en un banco (aporte de un varón biológico) que quedará en el anonimato.
¿Por qué engendra? Tal vez, casi seguro, para legitimar "como pareja conviviente" su condición de "familia". Sin tener en cuenta los intereses, beneficios y respeto por la autonomía del niño (que es una persona distinta a ella), pretende la condición de madre a cualquier precio.
¿A quién engendra? A un nuevo ser humano con el que pretende saciar, plenificar la vida en pareja. Se usa al hijo como objeto de gratificación. El cual tendrá limitado el derecho a su propia identidad; ya que es el fruto de la unión heterosexual y no homosexual incompatible con la procreación.
Resumiendo:
1) Se constata que en este caso hay una madre biológica.
2) Hay también un padre biológico que es anónimo.
3) La pareja de la madre sólo acompañará el proceso de maternidad de su compañera.
4) La maternidad y paternidad son un don-derecho, pero también una tarea-deber propios de seres humanos (mujer y varón) que no depende sólo del deseo-voluntad de alguien, sino que tiene su límite en los derechos del otro. Ser madre comprende la responsabilidad en cuanto a la generación y también a la identidad y bien del hijo. Madre y padre hay uno solo, y son quienes realizaron ese vínculo único e irrepetible. Para ser madre es absolutamente necesario "ser mujer", como para ser padre se necesita "ser varón".
5) La ciencia debe reconocer que no todo lo que es posible es ético.
(*) Presbítero y director del Instituto de
Bioética de la Facultad de Derecho y
Ciencias Sociales de la Universidad Católica Argentina (sede Rosario)
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