Editorial

Berni, rosarino genial

Conmovedora y apasionante: así podría ser calificada la muestra del inmenso Antonio Berni que se expone en el Museo Juan B. Castagnino y que ya ha sido visitada por miles de personas. Pero a pesar del señalado éxito, pareciera que no es suficiente y que cada habitante de la ciudad debería recorrerla.

La ciudad, de un tiempo a esta parte, ha modificado su fisonomía de manera profunda y hoy la nutrida oferta cultural de que goza constituye un imán para los numerosos visitantes que la recorren, sobre todo durante los fines de semana. Curiosamente a veces son sus propios habitantes quienes subestiman o incluso desconocen todas las posibilidades que en tan crucial materia Rosario les brinda. La muestra "Antonio Berni y sus contemporáneos", que se extenderá hasta el próximo 20 de agosto en el Museo Castagnino, se erige como un ejemplo excepcional de la riqueza estética e intelectual que se encuentra al alcance de la mano de quienes se decidan a disfrutarla: las obras expuestas de quien tal vez haya sido el mayor pintor argentino del siglo veinte brindan un preciso panorama de su magnitud artística, a la vez que ponen de manifiesto que tal vez Rosario no lo recuerde ni reivindique como propio en la medida que su genialidad merece.

La recorrida por la exposición que engalana el museo situado en el parque Independencia permite redescubrir el talento único de Berni, que nació en esta ciudad en 1905 y recibió sus primeras nociones de dibujo en el Centre Catalá. A través de una evolución que abarca múltiples lenguajes, técnicas y estilos, el artista da pruebas de seminal potencia y versátil creatividad. Además -y esto debe verse como un rasgo de particular valor- Berni es sinónimo de joven longevidad como artista: hasta el fin de su vida exploró territorios nuevos con la misma incansable energía que había lucido de muchacho.

La muestra tiene señalado éxito: miles de personas ya han pasado por las salas del Castagnino para admirarla. La lámina que se obsequia junto con la edición de la fecha de este diario -"Manifestación", tela realizada por el pintor en la década del treinta- es nítida prueba de la fuerza del pincel berniano y ante ella suelen detenerse, admirados de su energía, los jóvenes. Pero también se tornan inolvidables los grabados, las esculturas, los retratos. Los cuerpos y los rostros. Los planos y los volúmenes. A tal punto, que pese a la gran cantidad de gente que se llegó hasta el Castagnino la sensación predominante es que el público siempre resulta escaso y que cada rosarino tiene el deber de recorrerla.

Tomar conciencia de la ciudad en que se vive no sólo es conocerla físicamente, sino también valorar de modo adecuado su cultura. Y la cultura no sólo puede verse en la cotidiana actividad de los rosarinos sino también en la producción estética de sus artistas mayores. Berni lo es. Bien vale conocerlo mejor, una posibilidad que ahora está más a mano que nunca.