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sábado,
06 de
agosto de
2005 |
Humilde
reconocimiento
Quiero a través de esta sección rendir tributo a mis colegas con motivo de celebrarse hoy el Día del Veterinario y aportar memoria al olvido, que es algo fundamental. Este tema no ha tenido la difusión necesaria como para reconocer la importante labor profesional de quienes contribuyeron con sus conocimientos y trabajo cotidiano a hacer frente a desafíos, condicionados por las circunstancias que los rodean. Vale la pena revisar episodios en los cuales la influencia de las enfermedades, las oportunidades de contagio y las expectativas de vida eran cortas, pues no existía ninguna cura eficaz para enfrentarlas. Expuestos a riesgos y dificultades en un escenario hoy inimaginable por un habitante de la ciudad, alentaron y colaboraron en la creación de una estructura técnico-administrativa de la salud pública municipal en beneficio de la sociedad. Digestos y memorias oficiales reflejan el aporte, la gestión y el compromiso de muchos veterinarios que al igual que hoy tuvieron que luchar contra la corrupción e intereses inescrupulosos. En nuestra ciudad tal vez, hasta lo conocido, es la primera desde el punto de vista de la salud pública en la provincia de Santa Fe, que encaró con buen criterio los problemas de salud animal y su relación con la salud humana. Tal vez mencionar dos o tres nombres propios sea un acto de injusticia, pero es necesario tomar algunos referentes como para mencionar hechos o situaciones que jalonaron la historia en el campo de la salud y la sociedad, ejerciendo influencia en las autoridades locales. Vale recordar a Giovanni Piermatei, veterinario italiano, quien falleció en el Hospital Provincial como producto de una brutal golpiza que sufriera al salir del matadero municipal por anteponer sus responsabilidades profesionales a favor de la salud pública, a los intereses de los matarifes de entonces. A Santiago Camilo Gallo, a quien le tocó luchar en desventaja para imponer normas higiénico-sanitarias elementales en la faena de animales con destino al consumo público. A Dante Benetti López, quien creó estructuras de control sanitario en productos de origen animal como fue el Mercado de Aves y Huevos, y a decenas de profesionales que cumplieron funciones de altísima responsabilidad y que dedicaron su vida a la profesión, en lo que hace a la salud de los habitantes rosarinos y que se mantienen en el anonimato. Vaya hacia ellos este humilde reconocimiento.
Doctor Ricardo Vecchio
DNI 6.072.029
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