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 domingo, 31 de julio de 2005  
Genética y nutrición: dietas personalizadas

Son frecuentes las sugerencias nutricionales (todas de gran valor para la salud) tales como el mayor consumo de frutas, verduras, cereales, carnes magras, leche y sus derivados descremados. A nadie se le ocurriría cuestionar ninguna de ellas. Sin embargo, a pesar de seguir estos consejos aparecen igualmente enfermedades que si bien pueden tener otros orígenes, relacionan fuertemente la genética con la nutrición.

Hoy se sabe que existe una fuerte asociación entre la carga genética y la alimentación. La relación genes-nutrientes es tan importante que con algunos alimentos podemos disminuir o aumentar el riesgo a padecer ciertas enfermedades. Nuestra genética puede también modificar la acción que ejercen ciertos alimentos sobre el organismo. Este hecho se relaciona con la variabilidad genética: cada uno tiene características diferentes a otro aun cuando pertenecemos a la misma especie.

Así podemos explicar cómo individuos con alta ingesta de grasas no sufren dislipemias (elevación del colesterol) o como con idéntico consumo de calcio algunos padecen osteoporosis y otros no. La importancia de estos descubrimientos permitirá (al menos un poco) olvidarse de la "dosis diaria recomendada", de normas ideadas y poder hacer dietas "a la medida de cada persona" acordes con la constitución genética.

Los alimentos que comemos contienen sustancias biológicamente activas muchas de las cuales pueden tener enorme potencial para ejercer un efecto benéfico. Algunos compuestos derivados de fuentes alimentarias como licopenos (responsable del color rojo del tomate), polifenoles del té, fitoesteroles de la soja se convierten en agentes químicos preventivos. Todo este beneficio aportado por ciertos alimentos debe conjugarse con la individualidad bioquímica, es decir con el metabolismo de cada uno.

Toda esta información genética nacida luego del descubrimiento del genoma humano favorecerá además conocer qué personas responderán mejor a ciertas drogas y cuáles presentarán menores complicaciones a ciertos tratamientos.

Esta era nutrigenómica permitirá un abordaje diferente ante enfermedades como la obesidad en su prevención y tratamiento, ya que el desarrollo de alimentos funcionales contribuirá a menor ingesta y mayor gasto energético. La efectividad como la seguridad de estos alimentos debe quedar bien establecida para que puedan ser incorporados en forma habitual sin comprometer hábitos saludables de alimentación.

Nuestra información genética heredada es una influencia importante para que desarrollemos distintas enfermedades. A través de la alimentación podemos hacer que se exprese o no.

El desafío de la medicina será generar recomendaciones teniendo en cuenta el riesgo-beneficio. Los planes alimentarios, según nuestra genética, otorgarán nutrición personalizada para la prevención o tratamiento de enfermedades ya expresadas o que puedan aparecer según los alimentos que incorporemos.

Mónica Espinoza

Médica clínica

Coordinadora del Programa de Obesidad y

Riesgo Cardiovascular Pro-Comunidad
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