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domingo,
24 de
julio de
2005 |
El último viajante
Viajante de la vida, jugador del viejo Sportivo Pasco con Pancita Biagioli, atorrante del inolvidable Sol de Mayo con Sacramento y Rabanito De Zorzi y el Coco Rosa, purrete de la barra de Corrientes y Cerrito, técnico de barrio, truquero de alma, tanguero de antaño, amigo de sonrisa ancha, el último jueves de abril se nos fue Cachurro, aunque la vieja libreta cívica sólo batiera José Santamaría.
Hijo de dos gallegos laburantes que yugaron toda la vida detrás del viejo mostrador de mármol y azulejos blancos del mercadito de Corrientes y Cerrito, Cachurro participaba de pibe de los recordados corsos del barrio.
Fugaz jugador de básquet en Ben Hur y hasta de fútbol de las inferiores de Newell's, Cachurro jugó en el baby de Sportivo Pasco y se forjó en la brava escuela del Sol de Mayo.
Amigo de la vida y tipo entrañable como pocos, José abrazó desde pibe ese loco berretín por la valija, que aún conservan los viajantes de antaño, forjados en el oficio de vivir solos en hoteles de pueblo, donde respetaban los códigos de barrio y compartían cenas, sobremesas, cuentos y milongas.
Técnico de barrio del fellinesco Club La Placita, de Uriburu y Alem, José llevaba en su increíble Citroën 2CV al equipo entero a como diera lugar, al extremo de hacerlo hasta una lejana tarde setentista en que se quedó sin frenos y paraba cordoneando en las esquinas.
Típico viajante de sangre, José se reunía todas las semanas con su barra de amigos en distintos cafés del Cuadrado Mágico y los sábados en la panadería del barrio, en Corrientes y Cerrito, a los que desde aquel jueves infausto les falta la sonrisa ancha, la mirada buena y el último cuento del querido Cachurro, el último valija.
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