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 domingo, 24 de julio de 2005  
Un pedido que preanunció el final

"Estos guachos me van a comer el lomo", es una expresión que la familia Muñoz pone en boca de Popó varias veces a lo largo de la charla con La Capital. Es como que el pibe sabía que caminaba por un campo minado donde no había espacio para él en San Francisquito. "Lo verdugueaban mucho. Siempre tenía a estos tipos encima", comentó Dora Bellizán, la mamá de Popó. "Desde que llegamos (al barrio) tuvimos problemas siempre con las mismas personas. Lo que pasa es que buscan problemas porque se creen que somos cobardes y eso es mentira", explica Víctor, hermano de la víctima.

"Popó una vez me dijo «pedile el revólver a Marta. Los voy a matar porque sino ellos me van a matar a mí». Y yo le dije «no tenés que hacér eso. Nosotros tenemos el poder de la palabra». Y el me dijo «pero me van a matar». Y así fue", contó Dora, aferrada al Evangelio.

Así como los Muñoz explican los antecedentes de Popó, también cuentan desde donde viene la bronca con sus matadores. "Había estado con ellos en la 6ª. De ahí viene todo. Una vez, cuando Popó se fue a dormir, ellos le robaron la zapatillas. También le quemaban los pies con la goma espuma de los colchones. Siempre le tuvieron bronca. Y Popó lo peleó a uno de ellos en un bar", explicó Víctor.

"La policía también hace lo que quiere. Los de la seccional 13ª siempre los tuvieron mal mirados a ellos (por sus hijos) porque son delincuentes. Los Muñoz, siempre los Muñoz. Y ahora, cuando vinieron (a investigar el crimen de Popó) les dije «a ver si ahora hacen justicia. Busquen a los que mataron a mi hijo porque sino voy a hacer justicia con mis manos», advirtió Dora. "La policía siempre habla de la delincuencia, pero cuando nos pasa algo a nosotros miran para otro lado. Tanto Víctor como yo tenemos dos tiros en el cuerpo y cuando fuimos a hacer la denuncia en la seccional o llamamos al Comando, la policía nunca vino. Nadie apareció", se quejó la mujer.
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