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 domingo, 17 de julio de 2005  
Conductas infantiles: ¿hiperkinéticos o retraídos?

En cada grupo humano y de acuerdo a las condiciones podemos desarrollarnos, involucionar o quedar en un cierto estado intermedio, trátese de la familia, la escuela, el trabajo o las amistades.

Un niño hiperkinético que no puede parar de hablar, gritar, moverse y/o pegar o su contrapartida, aquel de quien nadie se entera porque no habla, no juega con los otros chicos y a veces tampoco presta atención en la clase, totalmente absorto en otro lugar son "censores" de una situación mucho más abarcativa que su propia conducta.

En las actuales aulas superpobladas, los docentes comprenden que estos chicos necesitan un caudal extra de atención que a veces escapa a las reales posibilidades de un adulto a cargo y que además debe cumplir con un programa en un tiempo determinado.

Por otro lado la sobreinformación televisiva, la desaparición del horario de protección al menor, la aceleración de los impulsos nerviosos en los juegos de computadora, la facilidad y el ritmo veloz que imprime Internet en la consecución de conocimientos hacen que, si no están bien acompañados, los tempranos consumidores pasivos y sin criterio formado tengan recortes fraccionarios de la realidad y que la tergiversen.

Su natural curiosidad y sana inteligencia es vapuleada por múltiples "luces de colores" que envían mensajes hasta contradictorios en una sociedad donde la palabra de padres y abuelos muchas veces llega más tarde que los innumerables estímulos.

Los adultos a su vez, se encuentran bajo un alto nivel de estrés debido a las presiones económicas en una sociedad altamente globalizada y poco predecible. Ante el escaso tiempo entre las demandas laborales, los padres al llegar al hogar se pueden ver desbordados por la demanda de sus hijos en el caso de los chicos hiperkinéticos, o sumamente incomunicados con el niño retraído.

Si se decide buscar ayuda de un profesional, un verdadero apoyo tenderá a buscar desde el comienzo los recursos internos del grupo y devolver de a poco la confianza en la propia capacidad de los padres dejando de lado la sensación de que la situación los supera.

Pediatras, pedagogos, fonoaudiólogos, docentes y terapeutas que trabajan con niños y tienen la virtud de escucharlos atentamente, saben que ellos siempre tienen la palabra precisa en el momento adecuado.

Esto sucede cuando perciben que el otro da valor a su palabra, entonces dejan de lado sus pequeñas armaduras defensivas y muestran una profunda sabiduría.

Aun el niño que presenta una sintomatología severa, si siente que tiene la oportunidad de reencausar su afectividad, inteligencia y emociones puede comprometerse consigo mismo. En el plazo de tres meses se han observado avances y cambios significativos por la plasticidad característica de esta etapa.

Dentro de una corriente de la psicología donde se evalúa cada suceso holísticamente dentro de su contexto, se dice que la pareja es la arquitecta de su propia vida y por ende, de la de sus hijos. Guiar cada paso en la evolución debe convertirse para los padres en una celebración al compartir cada día, ver cómo se transforman y logran autonomía.

Si la sociedad puede replantearse el acompañar el crecimiento de las nuevas generaciones con paciencia, afecto, dignidad y límites adecuados seguramente estaremos dando cimientos para su fortaleza.

Silvia M. Tórtul

Terapeuta
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