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 miércoles, 13 de julio de 2005  
Reflexiones
Aquello que se oculta

Pedro Brienza (*)

Las divisiones de poderes dentro de la ciudad determinan que el correo es de competencia nacional, la educación -motivo de esa nota- compete a la provincia y la recolección de basura al municipio. De manera que, a simple vista, si el correo se pone en huelga, la protesta hay que dirigirla al Estado nacional; si no hay clases, la culpa le corresponde a la provincia y si no se recoge la basura, el municipio es responsable.

Tal vez no sea el momento de discutir si las competencias son razonables o no. Quizá este debate pueda instalarse una vez que el país en su conjunto haya dejado atrás la crisis que implica -entre otras cosas- empleo blanqueado para todos, desarrollo económico, justicia social y tantas otras cosas. Sin embargo, los habitantes de esta ciudad, como la de cualquier otra, tienen sus hogares en ella, es decir, son argentinos, pertenecen a la provincia de Santa Fe, pero viven, en este caso, en Rosario. Utilizan el correo, los niños concurren a la escuela y les recogen la basura. Hasta allí los tres ejemplos parecen funcionar en tanto cumplan con el cometido asignado. Pero la práctica cotidiana señala que si un niño deserta de la escuela o ni siquiera fue anotado en ella, la culpa apunta a la insensibilidad provincial. Es decir, un niño desertor no le corresponde al municipio aunque viva dentro de la ciudad.

Horacio Usandizaga, cuando fue intendente, no pagaba a las escuelas los fondos que les correspondía por el Fondo de Asistencia Educativa (FAE). Al llegar Héctor Cavallero a la intendencia, debió hacerse cargo de la deuda (que se había judicializado) y de pagar aquellos fondos. Al fin, la ley comenzó a cumplirse y un horizonte de ventura asomaba porque los que sucedieron a Cavallero continuaron con la misma política.

En la actualidad y desde hace varios años, la Municipalidad de Rosario cuenta con la Secretaría de Cultura y Educación. El último aditamento de la Secretaría podría hacernos suponer que existe de parte de las autoridades una loable preocupación por la enseñanza de los niños, los adolescentes y los jóvenes. Una secretaría no sólo atenta a los quehaceres educativos, sino dispuesta a cuidar sus habitantes porque al fin, nadie podría discutir que se ocuparían o preocuparían por otros rosarinos. Pero no. Así como el actual gobierno municipal (y otros anteriores del mismo signo político) se ufana de los buenos servicios que brinda en el área de la salud pública, en lo que respecta a educación, no hace nada.

El gobierno municipal cuenta con un formidable aparato -no sólo burocrático- para cubrir las áreas sensibles de la sociedad, y aunque cada servicio lleva implícito un costo en dinero, parece olvidar que para la educación no deberían existir límites divisorios de competencias; porque, tal como se la practica, la política actual -y de años anteriores- se parece mucho a la implementada por Usandizaga.

En un país que recién comienza lentamente a ponerse de pie, estas diferencias que marcan con precisión la división de poderes, no deberían existir. Los niños que no concurren a la escuela, o que lo hacen sin documentos (y no son pocos), los que desertan, los que jamás fueron incluidos en la escolaridad, al vivir en la ciudad de Rosario deberían ser asistidos por el municipio; un municipio sensible que otorgue prioridad a los más débiles, que, en fin, no se lave las manos ante un problema de semejante envergadura.

Claro que para ello deberían trabajar mancomunadamente con la Nación y la Provincia. El rédito político quizá sea difuso, pero vale la pena apartarse por un momento de los discursos de campaña -donde se exige un reparto equitativo del ingreso- y practicar en los hechos una política a favor de la educación.

Curiosamente, para la construcción del nuevo Heca, las autoridades municipales anteriores y actuales, jamás dudaron en pedir fondos al Estado nacional y a la provincia. Y recibieron fondos nacionales y provinciales. No alcanza con "La isla de los inventos", ni con de vez en cuando arrimar a los niños de los barrios humildes con ómnibus a ese lugar. Si se pretende igualdad con esa acción, poniendo la moneda en reverso, se podrá observar que su efecto es contrario al que dicen buscar. Van a visitar un sitio que no les pertenece, que no fue pensado para su clase social y con el paso de los días o semanas, sólo será un recuerdo. También es necesario advertir que los chicos trasladados, aun con dificultades, al menos concurren a la escuela. ¿Y los otros qué?

Se trata de utilizar los recursos que trabajan en la actualidad en la asistencia de comedores y dispensarios, ampliándolos para la detección de quienes no concurren a la escuela. Pero para ello la política debe realizarse al revés, esto es, no abrir un centro u oficina más, sino ir en busca de aquellos que necesitan la enseñanza para no ser mañana ciudadanos no ya de segunda, sino de un escalón más bajo aún.

Tal vez esta nota -que ojalá sea rebatida con precisiones reales- pueda interpretarse como "de campaña", pero no es así, apenas intenta mostrar un aspecto cierto de la realidad que el municipio no atiende, que no se ha interesado a lo largo de más de dos décadas.

La educación de los niños y jóvenes no puede ni debe estar atada a la división de poderes, y son los municipios quienes tienen la obligación de velar por ella, porque si existe algo indiscutible es justamente el lugar de residencia. Exaltar la ciudad y sus avances, en este caso, es un acto de hipocresía, en tanto no se reparen con hechos las injusticias. Porque al fin, ¿los funcionarios nacionales o provinciales conocen mejor la ciudad de Rosario que los municipales?

Por último, para la Municipalidad de Rosario, cuando le conviene, la división de poderes pasa al olvido en detrimento del rédito político, más precisamente de los votos. Así, la creación -auspiciosa por cierto- de la Guardia Urbana Municipal (GUM) destinada a una mayor seguridad de los habitantes de la ciudad, es algo palpable por todos, algo que se ve, que arroja un rédito, que junta votos.

¿Será que los marginados, los pobres de toda pobreza, no deciden una elección? ¿No interesan a la hora de las elecciones? ¿O son cautivos de la dádiva? Quizá, como dicen algunos carteles, Rosario sea la mejor ciudad para vivir, pero con la condición de que las personas lo hagan en el centro o el macro centro, porque si pretenden hacerlo en las afueras, en los barrios humildes, deberán tener en cuenta aquel verso de una cantata chilena de Luis Advis: "No hay que ser pobre, amigo, es peligroso".

(*) Escritor y poeta. Ex secretario de Cultura y Educación de la Municipalidad de Puerto General San Martín (1984/1991) y ex subsecretario de Logística del Ministerio de Salud de la provincia (1991/1992).
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