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sábado,
18 de
junio de
2005 |
Instituto Cervantes: casi realidad
La firma de una carta de intención para que la prestigiosa institución cultural española instale una sede en Rosario se erige como otro dato valioso para el presente de la ciudad, rico en realizaciones. Restan definiciones concretas, pero no parecen quedar obstáculos para que pronto se plasme un nuevo logro.
Tras un año —el 2004— pletórico en exitosas realizaciones, la ciudad continúa dando trascendentes pasos adelante. El vértigo informativo, sin embargo, conspira muchas veces contra la adecuada valoración por parte de la gente de noticias cuya real importancia suele pasar inadvertida al quedar opacadas en medio de la predominante tendencia hacia la espectacularidad. Ese fue tal vez el caso de la importante visita que realizó a la urbe el director del Instituto Cervantes, César Molina, a partir de la cual se formalizó el desembarco de la institución cultural de la península en Rosario.
Se trata de una de las entidades clave que funcionan en torno de la lengua y la literatura escritas en castellano. Y que la ciudad haya sido elegida para alojar una filial suya contribuye a valorar aún más, de manera retrospectiva, que la Real Academia la honrara al designarla sede del Tercer Congreso Internacional de la Lengua, el pasado año. Es que también la mexicana Zacatecas y la española Valladolid —donde se efectuaron las dos ediciones anteriores del evento— son en la actualidad puntos donde el Cervantes despliega su valiosa actividad.
Molina, en coloquial estilo, fue contundente en sus definiciones, de carácter tan elogioso como cálido. “No se necesitan grandes desembolsos ni tampoco grandes inversiones —precisó—. Rosario tiene una gran vida cultural y académica y nosotros lo que haremos es coordinar estas tareas; no necesitamos trasladar aquí artistas ni profesores, en fin, no estamos instalando un centro en Pekín”.
El valor agregado que posee la radicación del prestigioso instituto es que el costo para municipio y provincia resultará bajo en extremo, ya que se aprovecharán los recursos existentes, tanto en el plano material como el humano.
Resta dar los pasos concretos, pero la firma de la carta de intención —que fue rubricada el pasado martes por el gobernador Obeid, el intendente Lifschitz, el presidente de la Bolsa Federico Boglione y el propio Molina— preludia otra nueva concreción de la cual los rosarinos podrán disfrutar y también sentirse justificadamente orgullosos.
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