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domingo,
12 de
junio de
2005 |
Con la soga al cuello. Un especialista analiza el problema de la banca marginal
"Para acabar con la usura hay que generar competencia"
Arrigoni rescata la opción de los bancos cooperativos
Miguel Angel Arrigoni es contador público y actualmente se desempeña como socio a cargo de la consultora financiera Deloitte Finanzas Corporativas. En el 2000 realizó una investigación sobre la banca informal, advirtió que tras la crisis de 2001 la gente se salió del sistema de bancos, que aún no volvió y que incluso, en términos de dinero, la informalidad "creció mucho más todavía". Para el especialista justamente esta huída de los bancos dejó un espacio abierto para los prestamistas que operan en forma ilegal. A la hora de evaluar soluciones, Arrigoni apostó a oponerles competencia y rescató la experiencia de los bancos cooperativos.
-En su estudio se resaltaba que tres de cada cuatro personas estaban vinculadas al sistema informal de crédito. ¿Cambió ahora esta estimación?
-No. Sólo en el mejor de los casos podemos pensar que se mantiene igual. En 2001 mucha gente salió de los bancos y no ha vuelto. Si lo medimos en términos de dinero la informalidad creció mucho más todavía porque la gente sacó la plata del sistema bancario-financiero y la volcó en colchones o ladrillos, en cajas de seguridad y hasta en mesas de dinero.
-¿El crecimiento de estas mutuales de créditos para jubilados con altas tasas de interés acompañó esta situación?
-Primero hay que distinguir la banca informal de la banca marginal. Por ejemplo una mutual legalmente constituida que presta plata, en la medida que pague impuestos, declare sus operaciones y trabaje ordenadamente, no forma parte del sistema financiero reconocido como tal por el Banco Central pero tampoco es ilegal. Ilegales o marginales son las mesas de dinero que toman en negro, las financieras que no registran sus operaciones, o la gente que cambia cheques contra efectivo.
-¿Y entre estas mutuales podemos encontrar los dos casos?
-Están mezcladas. Hay muchas que trabajan bien y otras que no lo hacen así. Hay mutuales que contabilizan las operaciones, publican sus balances y realmente cumplen un fin social. Después están las otras que en realidad se presentan como mutuales y no lo son. Algunas ni número de registro tienen.
-Estas mutuales ofrecen créditos con códigos de descuento que les garantizan debitar las cuotas de las jubilaciones y asegurarse el pago del préstamo. ¿Qué justifica entonces sus altos intereses?
-Sin entrar a juzgar qué es una tasa cara o barata, justa o injusta, le digo que lo que las justifica es la falta de bancos. Hay una ley de oferta y demanda y la gente necesita el crédito en tiempo y forma. Entonces, lamentablemente, por la falta de oferta, porque el sistema financiero perdió capilaridad, la gente termina tomando cualquier alternativa.
-¿Y el Estado no puede controlar estos abusos?
-El Banco Central tiene un área de fiscalización de mutuales y entidades no financieras pero es una área relativamente chica dentro de todo lo que es el banco. De todas formas, más que de controlar yo prefiero hablar de organizar. Pero no sólo hay que mirar la parte negativa, el costo de estos préstamos, sino en la parte positiva que es que por lo menos alguien le presta plata a esta gente, porque si no estuvieran estas mutuales, ¿quién le daría dinero a un jubilado, o una persona sin garantías?
-¿Estas entidades están creciendo?
-Basta leer los diarios y ver la cantidad de avisos que prestan dinero. Proliferan, tanto como las chicas que se ofrecen.
-¿Como un sistema prostituido?
-(Risas) La usura significa justamente eso, abusarte de alguien. Tiene que ver con la condición del que pide dinero.
-Y muchas veces los jubilados que sacan estos créditos lo hacen para pagar los remedios...
-Sí. La desigualdad es absoluta en el tema. Pero ante la falta de transparencia del sistema difícilmente se pueda cortar esta cadena. Estos prestamistas operan en pequeñas oficinas, en los barrios, todo el mundo sabe lo que hacen, imprimen volantes donde figuran sus celulares. Como las chicas.
-¿Entonces qué se puede hacer?
-Hay que generarles competencia. Así el prestamista no va a tener clientes. Y en eso cumplieron una función muy importante los bancos cooperativos.
-¿El fomento de este tipo de instituciones puede ser una salida?
-Claro, si era un sistema bárbaro. En Rosario vos tenías 800 bancos donde podía operar toda esta gente que ahora quedó sin alternativas.
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