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| domingo,
05 de
junio de
2005 |
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Sur, paredón y después
El intendente Miguel Lifschitz despliega tanta actividad que muchos creen que es hiperkinético. Entre las múltiples actividades que el lord mayor acomete a diario, la atención a la prensa figura en lugar destacado. Y el hombre no discrimina: como corresponde, atiende por igual a todos. Días pasados, en un programa que se emite por un canal de cable, interrogado sobre cuál sería el barrio de la ciudad que elegiría para vivir se animó a confesar su preferencia. Eso sí, después de admitir que vive en el centro, a una cuadra de la Municipalidad. La cuestión es que don Lifschitz no tuvo empacho en contar que tiene el corazón mirando al sur: Saladillo, por prosapia y por historia, es su rincón predilecto de la urbe. ¿Se ofenderán en la zona norte?
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Dime a quién citas y te diré cómo piensas
En el mismo programa, el periodista que conduce demostró que su corazoncito está sólidamente instalado en décadas pasadas. Es que en medio de la charla y cuando se trató el tema de la pobreza urbana, su primera ocurrencia fue citar al poeta mendocino Armando Tejada Gómez, aquel de la "Canción con todos", cuyos versos se entonaban y recitaban en las peñas y reuniones de militantes populares de todo el país en épocas ya lejanas. ¿Habrá sido el veterano cronista uno de los que en la década del ochenta se arrimaban a tomar un vinito en la histórica y desaparecida Salamanca?
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Dos potencias se saludaron
El barbado periodista, siempre preocupado por las sutilezas del lenguaje, sorprendió días pasados a sus colegas con la efusiva bienvenida que le tributó en el Concejo Municipal al ex guerrillero Gorriarán Merlo, quien estuvo en la ciudad para participar del emotivo homenaje en que se declaró ciudadano ilustre post mortem al Gringo Lisandro Viale. El hombre de prensa, que tiene la parsimonia típica de los entrerrianos, charló largamente con uno de los representantes más destacados de los años de violencia política en el país y escuchó justificaciones pero también autocríticas. Ya después, entre mate y mate, llegarían el análisis y las conclusiones. Un lujo para el intelecto.
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Dónde estás, así no voy
El programa vespertino de los sábados por el canal local cuenta con un baluarte indiscutible entre sus columnistas: el inefable Pendino Dávila no sólo parece más joven que nunca sino que no ha modificado un ápice su singular estilo para transmitir opinión e información deportivas. Sin siquiera la sombra de una cana sobre su cráneo, el analista que en sus mejores momentos despliega una verba que evoca la prosa de Gabriel García Márquez desmenuzó y despedazó ayer a distintos blancos de su bien fundamentada ira. Y algunos tuvieron que agarrarse fuerte para no caerse de la silla. |
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La Ciudad
