La nueva pista. Habla el chofer del 107 atacado por el francotirador

"El único vehículo que vi fue el Mercedes"

Rogelio Bravo confió a este diario que no había otro rodado que transitara por el carril sur-norte del viaducto

Sergio M. Naymark / La Capital

"Yo no soy muy creyente, pero creo que soy sobreviviente de un milagro". La frase la dijo Rogelio Rubén Bravo, un hombre de 41 años que desde hace una década maneja colectivos del transporte urbano y que la tarde del lunes estaba al frente del interno 20 de la línea 107, el micro elegido por el Loco de la Escopeta para perpetrar su último ataque. El hombre no quiere "trascendencia" periodística, pero sabe que fue él quien le dio la llave a la policía para desentrañar un misterio que ya lleva 13 años. Es que "por una reacción miedosa", como él mismo lo afirma, vio por el retrovisor del colectivo el vehículo utilizado por el francotirador y así aportó el primer dato serio y concreto en una investigación que nunca había encontrado la punta del ovillo.

A las 16.45 del lunes, Rogelio cumplía con una más de las tantas vueltas a la ciudad al mando del 107. Trasladaba 41 pasajeros hacia el centro y subía lentamente por el viaducto Avellaneda. "En ese momento sentí un impacto fuertísimo, me movió el coche y lo único que atiné a hacer fue mirar por el retrovisor". Entonces vio lo que toda la policía de Rosario quiso ver en los últimos años: el vehículo en el cual se conducía el Loco de la Escopeta.

-¿Por qué no miró por el espejo que hay arriba de su butaca para ver cómo estaba el pasaje?

-Por miedo. Porque pensé que podía encontrarme con un baño de sangre, con pasajeros muy heridos.

Así se sinceró Rogelio ante La Capital. Y fue ese temor el que lo llevó a girar su vista hacia el retrovisor del micro. "Vi el Mercedes y no me quedaron dudas porque era el único vehículo que bajaba por el viaducto, no había otro auto, ni motos ni bicicletas. No me quedaron dudas", aseveró el chofer. Y contó que perdió de vista al camión "cuando el tipo dobló hacia el este por pasaje Harding o por la continuación de Travesía".

Pasado el momento de escozor, Rogelio puso las balizas del micro y aminoró aún más la marcha para "asegurar a los pasajeros". Y le pidió a una agente policial que iba a bordo del micro y que "se portó maravillosamente bien", que se encargara de la gente porque él "no podía dejar el control del coche en plena bajada del viaducto". Así llegó hasta el cruce con calle San Lorenzo y giró hacia el este, donde finalmente detuvo la marcha. "Cuando bajé me temblaban las piernas y todavía me zumbaba el disparo en los oídos", recordó Rogelio.

"Imaginá que si el tiro me pega a mi cuando estoy arriba del viaducto, podría haber perdido el control del coche y haberme cruzado de carril o caer sobre las vías provocando una verdadera tragedia", sostiene como hipótesis el conductor del 107. Y agrega: "Cuando anoche (por el lunes) llegué a casa mi mujer y los chicos estaban llorando. Por eso, después de hablarlo mucho con mi esposa y ver que aún puedo estar con mis hijos, creo que soy sobreviviente de un milagro".

El chofer dice que en alguna oportunidad, cuando en el mismo viaducto atacaron al menos a otros dos coches de la 107, "el tema se habló con los compañeros, pero no fue más que eso" y que él incorporó el temor al Loco de la Escopeta "cuando mataron a esa nenita que iba en un 132 por la zona del club Provincial", en referencia al asesinato de Florencia Rubino, ocurrido en 27 de Febrero y Pueyrredón el 19 de abril de 2003.

Finalmente, Rogelio pidió disculpas por no haber hablado antes con la prensa. "No quise dar notas porque estaba muy cagado. Uno nunca busca esto y todavía estoy conmocionado, estoy muy nervioso".

El Mercedes 608 en paralelo con el colectivo de la línea 107 sobre el viaducto.