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 miércoles, 25 de mayo de 2005  
Seis detenidos en un lustro de pesquisa
A todos se llegó por aportes de testigos de los ataques, pero ninguno de ellos pasó muchas horas tras las rejas

Desde que el Loco de la Escopeta apareció en escena, los investigadores elaboraron identikits, construyeron historias y detuvieron a seis personas creyendo siempre estar cerca del francotirador que los puso en jaque a lo largo de 13 años. Pero, hasta la noche del lunes todos fueron datos que se acumularon en carpetas y expedientes que ahora parecen carecer de sentido.

El mediodía del 13 de junio de 1999, más de cien personas que almorzaban en las mesas del Mc Donald's del Patio de la Madera escucharon una explosión semejante al reventón de la cubierta de un vehículo. Mientras todos corrían a refugiarse al interior del local dos personas quedaron inmóviles y heridas. Eran un nene de 6 años y un hombre de 40, que fueron alcanzados por las perdigonadas disparadas por el francotirador. Doce días después, la policía detuvo a dos jóvenes bajo la sospecha de tener participación en ese ataque.

A uno de los muchachos, en su casa de la zona oeste, le secuestraron un Ford Falcon negro de vidrios polarizados y un revólver calibre 32. El vehículo era similar al descripto por el testigo de una de las incursiones del Loco de la Escopeta. Al otro joven le atribuyeron un antecedente "por resistencia a la autoridad y hechos de violencia en locales bailables" y en el taller mecánico de su padre se incautó una Trafic blanca, como la descripta en otro caso.

Pocos días más tarde, C.L. y D.O., como se identificó a los detenidos, fueron excarcelados tras ser indagados por el juez Horacio Benvenutto. El magistrado dispuso la libertad de los jóvenes luego de que las pericias microscópicas realizadas al Ford Falcon no arrojaron resultados positivos. Un auto similar había sido visto por un testigo el 8 de mayo de 1999, cuando el tirador atacó un negocio de Mendoza al 4700.

Dos años después, los pesquisas creyeron estar nuevamente frente al tirador. En octubre de 2001, detuvieron a un agente de la policía rosarina que disparaba a quemarropa contra vidrieras y colectivos del transporte urbano. Lo apresaron a partir de la descripción aportada por dos testigos que lo habían visto balear a un ómnibus. Las sospechas contra el uniformado se desdibujaron tras la aparición del francotirador en el macrocentro de la ciudad mientras el hombre permanecía tras las rejas.

Tras ese hecho, la Unidad Regional II dio a conocer un fotofit realizado a partir de la descripción aportada por testigos de uno de los ataques. Ese retrato poco tiene que ver con los hombres apresados la noche del lunes en la zona oeste de la ciudad.

En septiembre de 2002, el comerciante Víctor Curaba resultó herido a perdigonadas en una nueva aparición del francotirador, en cercanías del complejo de cines Village. Entonces, el hombre aseguró: "Si me dan una foto lo reconozco". Y manifestó a los investigadores que distinguió al atacante a unos 15 metros. Pero nada se supo después de los aportes brindados por la nueva víctima. Sin embargo, lo dicho por dos nenes permitió construir un nuevo fotofit que se dio a conocer en abril de 2003.

Ese mismo mes, la policía apresó a un arquitecto en la localidad de Funes. Era una persona ermitaña y retraída, según describieron sus vecinos, quienes dieron pistas para que la policía llegara hasta él. Pero el hombre nada tenía que ver con los fotofit y no hubo pruebas para inculparlo. Por eso lo liberaron a las 12 horas.

En otras oportunidades, un fletero y una mujer dijeron haber visto al hombre más buscado por la policía. Dieron pistas e incluso la señora sostuvo que con su auto lo siguió hasta una vivienda de la zona sur. Todo fue en vano hasta anteayer, cuando el chofer del 107 atacado dio el preciso dato del camión Mercedes Benz 608.
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