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sábado,
07 de
mayo de
2005 |
Procesan por un intento de abuso a un
violador que salió de un penal policial
Aunque debía estar recluido en la 17ª, José Salías fue reconocido por una chica como su agresor en plena calle
Un hombre que estaba condenado por dos casos de violación y que se habría beneficiado con salidas extrajudiciales de la seccional 17ª, donde estaba recluido, fue procesado por intento de abuso sexual en perjuicio de una chica de 18 años a la que atacó la madrugada del pasado 1º de enero en Fisherton. José Adolfo Salías cumple por estos días una pena de 12 años de prisión y ahora será llevado a juicio como el sujeto que el primer día del año abandonó su celda en la comisaría de Donado al 900 y, a unas seis cuadras de allí, interceptó a una joven, la amenazó de muerte, intentó manosearla y llegó a desprenderle un botón del pantalón.
El caso, ventilado por La Capital en enero pasado, terminó con el desplazamiento del jefe y el subjefe de la seccional 17a, quienes enfrentan en el juzgado Correccional Nº9 una investigación por supuesto incumplimiento de los deberes de funcionario público. El expediente quedó entonces desdoblado. Además de la responsabilidad que pudiera corresponderle a los oficiales por dejar salir a un condenado que debía estar preso, en otro juzgado -el de Instrucción Nº4, a cargo de Jorge Eldo Juárez- se dirimió sobre la existencia del delito que se le imputa a Salías.
Lo que se resolvió el 18 de abril pasado fue la cuestión del presunto delito cometido por el preso. Juárez entendió que las pruebas colectadas durante la investigación daban pie para imputarle a Salías un intento de abuso sexual en perjuicio de una vecina de Fisherton Sur, cuyos datos se mantienen en reserva. Esto supondría una agravamiento de la situación judicial del comisario inspector Miguel Reggiardo y de quien era su segundo jefe, el comisario Marcelo Aguirre.
El ataque ocurrió alrededor de las 6 de la mañana del 1º de enero pasado. La chica regresaba de bailar y en Colombres al 400 fue sorprendida por un hombre que la tomó por la espalda y le dijo, haciendo un gesto como de estar armado: "Me está siguiendo la policía... Te quiero tocar una teta, date vuelta o te pego un cuchillazo". Entonces la llevó hasta el pasillo de una casa. Allí intentó tocarle un pecho. La víctima reaccionó y le aplicó un codazo en el estómago para luego escapar corriendo hasta su casa.
En medio de un ataque de nervios y llanto, la chica le contó lo sucedido a su padre, quien salió a buscar al violador. Primero lo hizo a pie, hasta el sitio mismo donde ocurrió. Como no tuvo éxito tomó una bicicleta y comenzó a recorrer la zona sin resultados positivos.
Pero lo más insólito ocurrió el 6 de enero cuando la muchacha y su progenitor viajaban en un taxi por la avenida Eva Perón. Al cruzar Donado, la chica vio y reconoció al sujeto que la había querido violar. El hombre caminaba lo más campante por calle Donado, de norte a sur.
Era un morocho, con un corte de pelo tipo "pirincho", físico robusto, panzón y vestía una remera azul y pantalón náutico del mismo color. En ese momento, el padre de la víctima optó por no hacer nada porque su hija "temblaba como un papel" y siguieron en el taxi. El colmo se dio al otro día cuando el papá de la muchacha se lo volvió a cruzar cuando el acusado estaba parado en la puerta de la 17ª. "Vengo a denunciar a este hombre por intento de violación", les anunció el hombre a los policías de la guardia.
A partir de allí todo fue un escándalo. El denunciado era José Salías, un condenado a 12 años por dos violaciones. Salías llegó a la 17ª procedente de Coronda, donde tuvo serios problemas de convivencia. La 17a fue el único lugar seguro que le consiguieron y allí accedió a un régimen de confianza que le permitía realizar tareas dentro de la dependencia, pero no tenía permisos para salir en libertad.
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