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sábado,
07 de
mayo de
2005 |
Efemérides
Un 7 de mayo
Guillermo Zinni / La Capital
De 1748: Nace Marie-Olympe de Gouges, impulsora de los Derechos de la Mujer Olympe de Gouges, cuyo verdadero nombre era Marie Gouze, nació el 7 de mayo de 1748 en Montauban, Francia. Hija del carnicero Pierre Gouze y la lavandera Anne-Olympe Mouisset, su infancia fue pobre y falta de enseñanza y cultura. Sin embargo, ya en plena adolescencia se decidió a sacar provecho de su singular belleza de la forma más remunerativa posible: a los 17 años contrajo matrimonio con un anciano rico del que aseguró haber tenido rápidamente un hijo al que llamó Pierre. No había pasado un año de esta unión cuando su esposo inesperadamente falleció, dejándola viuda, joven, adinerada y, como es de suponer, totalmente desconsolada. Se negó a ser llamada "la viuda de" y cambió su nombre por el de Olympe de Gouges. Como en una comedia francesa, justamente, hizo correr la voz de que su verdadero padre era el escritor y marqués Jean-Jacques Le Franc de Pompignan, lo que el propio marqués negó siempre, pero como entonces no existían los análisis de ADN, gracias a esa argucia logró ser admitida en sociedad y reconocida como escritora. Aunque fue amante del propietario de la Compañía Real de transportes militares, nunca volvió a casarse. En París se dedicó al teatro como escritora y actriz. Entusiasta y apasionada, fundó y participó activamente en los Clubes de Mujeres para promover la "liberación" femenina y el apoyo a los cambios políticos que derivaron en la Revolución Francesa. Sin embargo, cuando la misma triunfó sus compañeros de lucha se olvidaron de Olympe y para desacreditar sus ideas fue acusada por sus propios correligionarios de pro monárquica. Dirigió un periódico llamado "La impaciente" y fundó la Sociedad Popular de las Mujeres. En respuesta a la "Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano", establecida por Asamblea Nacional el 26 agosto de 1789, redactó la "Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana" donde, además de decir que "el sexo femenino es superior tanto en belleza como en coraje", afirmó que "el olvido o el desprecio de los derechos de las mujeres son las únicas causas de los males públicos y de la corrupción de los gobiernos"; que "la mujer nace libre y permanece igual al hombre en derechos" y que toda mujer tiene el derecho a decir libremente quién es el padre de su hijo sin tener que torcer la verdad por "presiones sociales". El epílogo de esa obra era aún más incendiario: "Mujer, despierta (...). Los hombres esclavos han necesitado apelar a tus fuerzas para romper sus cadenas pero una vez en libertad han sido injustos con vosotras. ¿Qué ventajas hemos obtenido de la Revolución? Ninguna, sólo un desprecio más marcado. Oponed valerosamente la fuerza de la razón a sus vanas pretensiones de superioridad. Desplegad toda la energía de vuestro carácter y veréis pronto a estos prepotentes, vuestros serviles adoradores, arrastrándose a vuestros pies. Cualesquiera sean las barreras que se os opongan está en vuestro poder derribarlas, sólo tenéis que querer (...)". Este trabajo, sumado a una carta burlona que dirigió a Robespierre, rubricó su sentencia de muerte. Fue detenida y enviada a prisión, y el 4 de noviembre de 1793, con 45 años de edad, su cabeza rodó por la guillotina.
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