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sábado,
07 de
mayo de
2005 |
La razón de
la sinrazón
El proyecto de ley impulsado por el gobierno español de Rodríguez Zapatero, aprobado por el Congreso de Diputados en España, legitima el matrimonio entre personas de un mismo sexo. Esto es ya una realidad y los activistas gay lo celebran como un triunfo de la razón. De esta forma España junto con Holanda y Bélgica son las naciones que han aprobado el matrimonio entre homosexuales e inclusive con derecho a permitirles la adopción de niños. Rodríguez Zapatero -que ve con muy buenos ojos esta conquista- afirma que una de las garantías de la democracia es la libertad religiosa, de llevar adelante un proyecto con el voto de los ciudadanos, esa es la grandeza de la democracia. Cualquier ciudadano con sentido común en conciencia no puede dar su aprobación a un proyecto de ley que se funda solamente en la voluntad de los activistas, y no en la verdad ni en la razón, y que está corrompiendo el uso natural y buenas costumbres de un país. Porque no se funda en la verdad, sencillamente porque el manejo de la libertad exige responsabilidad, los delitos de todos están relacionados con el mal uso de la libertad. Si una persona mata para robar, está haciendo mal uso de su libertad, por eso la Justicia la condena y la priva de su libertad. La grandeza de una democracia está en el bien, en la virtud y en la justicia, y no en aprobar una ley que violenta y desconoce el orden natural humano del hombre y de la mujer. La naturaleza hizo al hombre y la mujer para perpetuar la especie humana, que no se multiplica entre personas de un mismo sexo, esto no lo pueden modificar la democracia ni la mayoría de votos. Impulsar y llevar adelante un proyecto de esta naturaleza es alienación. No es causa justificable la razón de que la iniciativa trata de combatir la barrera de la discriminación. Los que se discriminan, es decir se diferencian son ellos mismos, alienándose en su propósito de querer cambiar su propia naturaleza. Triste y lamentable resulta para un país la aprobación de esta ley, cuyos defensores muestran a las claras lo que son...
Ezequiel Martínez
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