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miércoles,
04 de
mayo de
2005 |
A 60 años del fin de la Segunda Guerra
Rusia evoca su victoria sobre la Alemania nazi
Historiadores reclaman una revisión de las estrategias militares seguidas por Stalin para contener la invasión
María Danilova
Moscú. - Después de dar los toques finales a su vestido y su velo, la novia toma la mano del hombre con quien acaba de casarse y sube con él unos cuantos escalones para colocar una ofrenda floral al pie del obelisco que recuerda a las víctimas y ex combatientes de la Segunda Guerra Mundial. En un país donde al menos el 80% de la población desciende de los ex combatientes, una visita a monumentos como éste representa el ritual obligado de los recién casados rusos, sesenta años después de la conclusión de la guerra.
Moscú se prepara para celebrar su triunfo en la guerra contra la Alemania nazi, el 9 de mayo, en una ceremonia a la que asistirán decenas de líderes mundiales. "La Gran Guerra Patriótica", librada tres generaciones atrás, está todavía muy fresca en la memoria rusa.
Tras la desintegración de la Unión Soviética, muchos historiadores rusos proponen un análisis más libre y preciso de la guerra, de las estrategias militares seguidas por el líder José Stalin y del grado en que un pacto de no agresión firmado con Alemania en 1939 allanó el camino para que Adolfo Hitler desatara su ofensiva sobre Europa.
Buena parte del país quedó en ruinas, y 26,6 millones de personas perecieron, de acuerdo con las estadísticas oficiales. Así, muchos rusos consideran que cualquier error cometido es secundario ante la magnitud del sacrificio soviético. Debido al pacto con Hitler, la Unión Soviética no entró a la guerra sino hasta 1941, casi dos años después que la conflagración comenzó con la invasión alemana de Polonia. Pero una vez en el conflicto, la Unión Soviética sufrió el mayor número de bajas, y el Ejército Rojo libró algunas de las batallas más épicas que decidieron el rumbo de la guerra (Stalingrado, Kursk y la batalla de Berlín que marcó el final de Hitler).
Liya Smekun, una periodista moscovita de 22 años, dijo que para ella, la guerra significa principalmente el sitio de Leningrado, un infierno vivido por su abuela. La ciudad, que ha recuperado su nombre de San Petersburgo, anterior al régimen soviético, permaneció sitiada por 900 días. Más de medio millón de personas murieron, la mayoría de inanición. "Durante el resto de su vida, mi abuela me obligó a comer mis alimentos hasta la última cucharada, hasta la última migaja. Hasta el día de su muerte, no pudo olvidar la hambruna", dijo Smekun.
Los libros de texto de la era soviética colmaban de elogios a Stalin, como la fuerza que condujo a la derrota alemana. Sin embargo, algunos historiadores actuales mencionan varios errores estratégicos graves del líder soviético. Aunque algunos expertos han justificado el pacto de Stalin con Hitler como un recurso para que Moscú ganara tiempo a fin de armarse, otros consideran que el dictador no logró aprovechar esos años e hizo caso omiso a las advertencias repetidas sobre una inminente invasión alemana.
"Ni un paso atrás"
La guerra tomó al Ejército Rojo con la guardia baja, mató a cientos de miles de soldados en los primeros días y dejó a los demás sin preparación para el combate. A Stalin se le culpa también por eliminar mediante sus purgas a decenas de miles de sus mejores efectivos, antes de la guerra.
Varios historiadores condenan el decreto 227 de Stalin, conocido como la orden para no dar "ni un paso atrás", que obligaba a que los soldados abatieran a tiros a cualquier compañero que emprendiera la retirada. Stalin declaró también que todos los soldados capturados eran traidores por no matarse en vez de entregarse.
Una vez liberados, cientos de miles de aquellos prisioneros de guerra fueron enviados a los campamentos soviéticos de trabajos forzados. "La victoria fue lograda pese al liderazgo de Stalin, no gracias a éste", consideró Alexander Yakovlev, un ex combatiente, uno de los principales arquitectos de las reformas liberales de Mijail Gorbachov.
Otro legado amargo fue la Guerra Fría, durante la cual muchas repúblicas soviéticas y países de Europa Oriental percibieron que habían cambiado simplemente a un dictador por otro, Stalin. El tema es tan controversial que incluso en la actualidad, quince años después del colapso de la Unión Soviética, los líderes de dos antiguas repúblicas, Estonia y Lituania, han rechazado la invitación para participar en los festejos del 9 de mayo. (AP)
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Soldados rusos ensayan el desfile militar.
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