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 miércoles, 20 de abril de 2005  
Changarines: una actividad muy difícil de formalizar

El Mercado de Concentración de Fisherton, ubicado en Mendoza y Wilde, funciona con un consorcio administrador, similar al de un edificio de departamentos o una galería comercial. Es decir que se ocupa de los espacios comunes y el pago de los servicios del predio. En el lugar hay una nave central dividida como en tres largos corredores, en donde están dispuestos alrededor de 130 puestos de ventas al por mayor de frutas y verduras de estación. El sitio también es compartido por productores frutihortícolas.

Allí se pueden adquirir frutas y verduras por bolsas o cajones aunque también hay venta de bandejas de hortalizas cortadas, lavadas y algunos productos elaborados como encurtidos o salsas. Estos productos están ubicados para la venta al por mayor o al público en el pabellón central.

A lo largo del día llegan hasta Wilde y Mendoza camiones y chatas de distintos sitios del país y de quintas del conurbano rosarino. Las transacciones corren por cuenta del puestero y del productor. Los volúmenes de productos varían de acuerdo a la estación y también a los cambios climáticos. Es decir, en épocas de intensas lluvias la mercadería escasea, y las transacciones comerciales decaen.

En ese contexto los changarines son las personas, hombres y en su mayoría jóvenes, que se acercan día a día al lugar y ofrecen su mano de obra para la carga y descarga o el acomodamiento de productos en los puestos. Una vez terminada la tarea cobran un jornal o incluso hasta le pueden pagar con mercadería que se llevan a la casa. "Algunos están en la cooperativa, pero la verdad es que no vienen todos los días, a veces trabajan un par de horas o menos, son personas especiales. Acá no le pedimos antecedentes a nadie, incluso hay ex convictos, es gente que hace changas que no podría hacer en otro lado y vive al día", confió Gerardo Calabretta, integrante de la Cooperativa Nueva Generación.

En rigor, a estos trabajadores se les paga por bulto, es decir, por cajón o bolsa de fruta o verdura que cargan o descargan, por el que reciben entre 15 y 20 centavos. Con esta tarifa puede llevarse a su casa entre 10 a 25 pesos.

"Los changarines somos descartables, laburamos por el día y si nos pasa algo chau: ¡afuera! No tenemos nada de nada, pero es así, qué se va hacer", confió un hombre que prefirió no dar su nombre y quedarse afuera del lugar aguardando que los inspectores se fueran.
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