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 domingo, 17 de abril de 2005  
La sucesión. Perfil de un favorito
Ratzinger, una opción que provoca divisiones
El cardenal alemán es visto como un candidato ideal para un papado de transición, pero genera resistencias

Vicente Póveda

El cardenal alemán Joseph Ratzinger acude al cónclave como uno de los principales favoritos. Los vaticanistas ven en el decano del Colegio Cardenalicio a una de las figuras de mayor prestigio entre sus colegas purpurados y al candidato idóneo para llevar a cabo un pontificado de transición, ya que su avanzada edad no le permitiría gobernar mucho tiempo.

El defensor de la ortodoxia católica, a menudo apodado Panzerkardinal por su rigidez germana o incluso Gran inquisidor, por haber dirigido durante el pasado pontificado la Congregación para la Doctrina de la Fe, el ex Santo Oficio, cumplió ayer 78 años, en momentos en los que seguramente no le complace el debate en torno a su persona.

En 1981, cuando Juan Pablo II lo llamó al Vaticano, el teólogo abandonó a regañadientes la ciudad alemana de Munich, donde era arzobispo. Además, desde hace años intenta retirarse para continuar escribiendo libros, después de los treinta que ya tiene publicados.

Al cumplir 75 años, el 16 de abril de 2002, presentó su dimisión al Papa, pero éste no la aceptó. Ese mismo año fue además elegido decano del Colegio Cardenalicio, una carga adicional que lo ha convertido en el principal responsable de la Iglesia católica durante el período de sede vacante.

Ratzinger aportaría a la Iglesia tanto experiencia pastoral como conocimiento de la Curia Romana y, sobre todo, un largo currículum teológico de corte tradicionalista. Según vaticanistas, lo respalda medio centenar de cardenales.

Sin embargo, cuenta también con fuertes opositores, principalmente entre los purpurados de su país.

Como candidato opuesto por su talla teológica y edad similar se presenta el italiano Carlo Maria Martini, de tendencia reformista, quien asegura no querer gobernar la Iglesia y apoya por el contrario a su sucesor al frente de la arquidiócesis de Milán, Dionigi Tettamanzi.

Por la mesa de Ratzinger han pasado los principales ajustes doctrinales del pasado pontificado, como por ejemplo la condena a la Teología de la Liberación o la prohibición de debatir sobre el sacerdocio femenino. En Alemania, además, el cardenal contó con la resistencia de sus colegas cuando ordenó que las instituciones católicas abandonen la red estatal de asesoramiento sobre el aborto.

Entre los cardenales de su país con los que ha mantenido diferencias en el pasado se encuentra también un "papable", Walter Kasper, una figura más centrada en el ecumenismo y a quien el Papa encomendó la presidencia del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos. El ex obispo de Rotemburgo-Stuttgart es coautor de la Declaración sobre la Doctrina de la Justificación, que ayudó al acercamiento entre católicos y luteranos, y lanzó hace años sin éxito una iniciativa para que reciban la comunión divorciados que se volvieron a casar.

En medio de todas las alternativas, el periodista Peter Seewald, autor de dos libros de entrevistas con Ratzinger, defiende al cardenal y se muestra convencido de que, de llegar a Papa, llevaría a cabo reformas que permitirían una mayor apertura de la Iglesia al mundo.

Al fin y al cabo, cuando llegó al Vaticano, Ratzinger tenía fama de progresista y sus publicaciones eran desaconsejadas por organizaciones conservadoras que hoy alaban sus cualidades teológicas. (DPA)
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