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 domingo, 17 de abril de 2005  
La sucesión. Un grupo de cardenales latinoamericanos figura entre los candidatos
Pros y contras de un Papa latino
Suenan el hondureño Rodríguez Maradiaga, el argentino Jorge Bergoglio y el brasileño Claudio Hummes

Entre los candidatos a suceder a Juan Pablo II son citados con frecuencia cardenales latinoamericanos. En las apuestas vaticanistas aparecen nombres como el colombiano Darío Castrillón Hoyos, el hondureño Oscar Andrés Rodríguez Maradiaga, el mexicano Norberto Rivera Carrera, el dominicano Nicolás de Jesús López Rodríguez, el argentino Jorge Mario Bergoglio, el brasileño Claudio Hummes e incluso el peruano Juan Luis Cipriani Thorne.

Sin lugar a dudas, la concentración de papables en la región es alta. Y algunos expertos incluirían en la lista todavía algunos nombres más, pese a que apenas son una veintena los cardenales electores de América latina.

El hecho de que Europa haya dejado de ser el centro del catolicismo por número de fieles es un argumento a favor de un Papa de habla hispana. El Continente de la Esperanza, como Juan Pablo II solía llamar a América latina, aglutina la mitad de los cerca de 1.100 millones de católicos contabilizados oficialmente.

La migración de latinos a Estados Unidos está haciendo además aumentar el poder de la Iglesia Católica en la potencia mundial, mientras en Europa lucha contra el agnosticismo y la pérdida de autoridad de la institución eclesial.

De todas maneras, la Iglesia afronta en América latina también grandes problemas, entre ellos la fuga de fieles a otras religiones. Al mismo tiempo, en una región en la que las diferencias en el reparto de la riqueza son tan grandes se debate todavía sobre cómo aplicar la opción preferencial por los pobres contenida en el Evangelio, tras la condena oficial de la Teología de la Liberación.

En dicho contexto, los cardenales latinoamericanos se han concentrado en la atención pastoral, dejando de lado otras facetas que definen la eficacia de un jerarca católico. Así, son pocos los purpurados latinos que se destacan como teólogos e intelectuales y esto es sin duda un punto en contra.

El nuevo Papa deberá hacer frente a debates teológicos como el papel de la mujer en la Iglesia, la descentralización del gobierno eclesiástico o el futuro del celibato sacerdotal. A esto se le añaden cuestiones bioéticas y otras relativas a la convivencia con otras confesiones cristianas y con el Islam, puntos menos relevantes en América latina.

Gran parte de estos desafíos se genera además en países industriales. Por ello, el cardenal brasileño Paulo Evaristo Arns descartó que un latinoamericano llegue a Papa. En su opinión, los cardenales latinos "no están preparados para comprender la evolución actual de un mundo que gira en torno a Norteamérica, Europa y Asia, las tres áreas de las que depende el cambio del mundo".

Aun así, parte del Colegio Cardenalicio aboga por repetir la experiencia Wojtyla adaptada a condiciones actuales. El hondureño Rodríguez Maradiaga consideró que si la elección del Papa polaco contribuyó a solucionar el problema entre Este y Oeste, un papa del Hemisferio Sur ayudaría a aliviar las diferencias entre Norte y Sur, entre países ricos y pobres.

Maradiaga, de 62 años, políglota y de carácter jovial, se convirtió en una de las grandes estrellas del Colegio Cardenalicio al ascender a purpurado en 2001 y criticar fuertemente que la globalización se haya producido sólo en el terreno económico, y no en el de la solidaridad, como exigía Juan Pablo II.

Otro luchador contra la pobreza es el colombiano Castrillón, de 75 años y, como prefecto de la Congregación para el Clero, el cardenal latinoamericano que más ha ascendido en la jerarquía católica. Ha mediado en el conflicto con la guerrilla y criticado abiertamente el poder de los narcos. Es de los pocos purpurados de la región que, además de experiencia pastoral, disponen de un largo currículum teológico y de experiencia en el gobierno de la Iglesia.

Entre los papables se cita a otras figuras como el mexicano Rivera Carrera, el brasileño Hummes o el dominicano López Rodríguez, también por su lucha contra las desigualdades sociales. Sorprendentemente, también aparece en los pronósticos el arzobispo de Lima, Cipriani, aunque es del Opus Dei, organización que despierta recelos pese a que contó con el firme apoyo de Juan Pablo II. Asimismo, se atribuyen también posibilidades al argentino Bergoglio de convertirse en el primer Papa jesuita (ver aparte).

El vaticanista Marco Politi incluye en la lista de papables también al chileno Francisco Javier Errázuriz. En la congregación general de cardenales previa al cónclave, pronunció un convincente discurso sobre los peligros para la Iglesia en América latina. "Un nombre a tener en cuenta", apuntó el experto italiano. (DPA)
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