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sábado,
16 de
abril de
2005 |
La Universidad frente a la crisis de valores
La formación ética del graduado
Matías Loja
"Nos tenemos que plantear si la reconstrucción de la sociedad va a ser alrededor del individualismo egoísta que nos plantea el neoliberalismo o a través de la solidaridad, el reconocimiento y el respeto del otro. Si se va a hacer a través de la competencia, cuyas reglas de juego no importan más que el resultado que se logre, o si se va a hacer a través de la cooperación, del pensamiento colectivo y del intercambio de saberes. Esto es lo que se está discutiendo hoy en la Argentina, y en esta discusión tiene mucho que ver la problemática cultural y la universitaria".
De esta manera, la socióloga de la UBA Alcira Argumedo describía en una conferencia dada en Rosario hace algunos años uno de los desafíos más importantes que debe enfrentar la sociedad por estos días. Y que la universidad pública, como caja de resonancia de la misma, debe a su vez tomar partido.
La crisis de valores, la perdida de sentido, la ruptura de los lazos solidarios y la búsqueda del mayor rédito a cualquier costo son algunos de las principales preocupaciones que, de un tiempo a esta parte, inundan el arco social, determinando las conductas de la ciudadanía.
Pero paralelamente, y en función de la fuerte reconversión del mercado laboral producida en las últimas décadas, en donde sobran ejemplos para ilustrar como determinadas convicciones son presentadas como "obstáculos" para el logro del éxito profesional, muchas carreras han decidido modificar sus planes de estudio para dar respuesta a ello, abriendo el juego al debate acerca del perfil del graduado que egresa de universidades.
Así, no solamente la adaptación del joven profesional al mundo del trabajo está en discusión, sino también la formación ética del mismo, al punto que más allá de los conocimientos específicos y técnicos de su profesión, la propia universidad se ve en la necesidad de generar espacios que, como lo establecen los principios constitutivos del Estatuto de la UNR, insten al estudiantado a "adquirir, conservar, acrecentar y transmitir críticamente el conocimiento, orientando su accionar a la formación plena de mujeres y hombres con compromiso social y con elevado sentido de la ética republicana".
Pertinencia curricular
También la ley de educación superior, en vigencia desde hace casi 10 años, en su artículo 29 solicita a las instituciones universitarias a que, en uso de su autonomía, formulen y desarrollen "planes de estudio, de investigación científica, de extensión y servicios a la comunidad, incluyendo la enseñanza de la ética profesional", aunque el decreto 268 de agosto del •95 declara la inconveniencia de tratar el tema como materia específica, pues "la ética profesional constituye un aspecto fundamental que debe estar presente en todo el programa de estudio".
Pero mientras muchas carreras optaron en consecuencia por abordar el asunto de manera transversal a lo largo de toda la cursada, se evidencia de un tiempo a esta parte la pertinencia, presente en muchas facultades de la UNR, de trabajarlo como asignatura autónoma, permitiendo así una mayor profundización, acorde a las exigencias que se les plantean, en relación al mercado laboral, a muchas profesiones.
Tal es el caso comunicación social (que se dicta en la facultad de Ciencia Política), puesto que, como advierte su decano Fabián Bicciré, "hoy la información, la comunicación y el conocimiento ocupa un lugar central en la sociedad, por lo cual, la responsabilidad social del periodista se ha incrementado mucho más", y agrega que "por lo tanto es muy importante discutir en los claustros universitarios acerca de la ética profesional, de los límites del trabajo periodístico, y hasta donde se apela a invocar el derecho a la comunicación de la sociedad por conocer lo que pasa y no invadir la privacidad y la intimidad de las personas".
En función de ello en dicha carrera se desarrolla una materia optativa llamada "Política y derecho a la comunicación" en donde se tratan las cuestiones relacionadas a la ética profesional, el derecho a la información y la libertad de expresión, aunque en un futuro se prevé, como apunta el decano, su inclusión como asignatura obligatoria.
Por su parte, para el secretario académico de la Facultad de Ciencias Económicas, Javier Ganem, la ética es un tópico que constituye "un aspecto fundamental en la formación del graduado, así que prácticamente en todas las carreras que dictamos se tiene presente a lo largo de la currícula. Y particularmente están contenidos algunos puntos especiales en las materias de los últimos años". Asimismo, recuerda que "cuando los alumnos finalizan su carrera, junto con la entrega del diploma, se les hace un juramento en el cual también se comprometen a respetar los principios de la ética profesional en el ejercicio de su profesión".
Un abordaje similar se produce en Derecho en donde la problemática es afrontada a lo largo de las diferentes materias, (tanto en las filosóficas como en las positivas o normativas). Aunque, como apunta el subsecretario académico de la facultad, Emiliano Díaz, desde el año pasado se dictan, de manera opcional, cursos extracurriculares a cargo de jueces del tribunal de ética del Colegio de Abogados.
Pero también es cierto que, como afirma Gustavo Nadalini, secretario académico de dicha casa, la preocupación "es un replanteo de todas las instituciones, no sólo de las que específicamente trabajan en el área de las ciencias sociales, porque la cuestión de la eticidad atraviesa todo el fenómeno humano, cualquiera sea la dimensión donde el hombre se inserte. De modo que esto no es un patrimonio exclusivo, ni debe serlo, de las facultades de ciencias sociales".
En efecto, el tema fue uno de los puntos que estuvo presente en la discusión desatada en la Facultad de Medicina a raíz de la última reforma curricular. El perfil del graduado y su respuesta a las demandas sociales fueron ejes de una transformación que pretende, como declaró en su momento la propia decana Raquel Chiara, dejar atrás al profesional que "reproduce todos los vicios de este sistema salud, porque está formado para adaptarse perfectamente a esta realidad que no conforma ni al paciente ni a las instituciones prestadoras ni a el mismo", para formar uno "que sea un elemento de cambio".
Así, el debate de la ética del graduado atraviesa, o debería hacerlo, la agenda de las diferentes disciplinas, al punto que, como sostenía el ensayista argentino Hernández Arregui, el título universitario no represente un "talismán del éxito personal y una diferenciación social", sino fundamentalmente una toma de conciencia del fuerte compromiso con la sociedad a la que pertenece.
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La ley de educación superior sugiere desarrollar la enseñanza de la ética profesional.
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