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domingo,
10 de
abril de
2005 |
En cadena. En Tribunales piden explicaciones por una veintena de delitos que azotan a un pueblo desde 2004
Ordenan más energía para investigar
una ola de robos en Acebal
Son todos atracos poco cruentos a casas y comercios. Pero ninguno fue aclarado y un fiscal les asignó prioridad
Andrés Abramowski / La Capital
Una seguidilla de robos en los últimos meses mantiene preocupados a muchos de los 5.000 habitantes de Acebal. Aunque suelen ser delitos menores y hasta ahora no hubo ningún hecho de sangre, la sucesión de hurtos no deja de extrañar a los vecinos que se criaron con la costumbre de no poner llave a la cerradura. Pero otra cosa que los sorprende es que, según aseguran, los ladrones viven en el mismo pueblo y "nadie hace nada" por frenar la ola. Por eso piensan en juntar firmas y elevar un reclamo al gobierno provincial por este problema, algo que nadie en el pueblo hubiera concebido como necesario hace tan solo un año.
Si bien en los últimos años se hicieron más frecuentes los robos y asaltos en propiedades rurales y los vecinos de muchos pueblos debieron comenzar a cambiar sus costumbres, muchos de los robos que parecen multiplicarse en Acebal responderían a un mismo patrón: son perpetrados de madrugada, en ausencia de las víctimas y a veces con insólitos botines comestibles. Sin embargo, hay otra cuestión que los hermana y es que casi ninguno logró ser esclarecido. Eso motivó que un fiscal de Cámaras (ver aparte) le asignara prioridad a la investigación de esos delitos, ocurridos tanto en la planta urbana como en la zona rural, tanto en casas como en comercios.
Ubicado a 40 kilómetros al sur de Rosario, Acebal es un típico pueblo agrario donde todavía se ven casas con sus puertas abiertas y bicicletas apoyadas sin candado contra los árboles. Muy pocos se preocupan por cerrar los autos luego de estacionar y tampoco se afianzó como costumbre retirar los frentes de los autoestéreos. Sin embargo, las noticias sobre robos que antes se comentaban como rarezas sin que nadie alterara su modo de vida parecen estar convirtiéndose en el tema de todos los días.
Claro que algunos de los robos que mantienen en vilo a gran parte del pueblo podrían causar risa en algunos barrios de las ciudades más pobladas, donde el concepto de tranquilidad o seguridad se relaciona directamente con la supervivencia. Por eso conviene entender el impacto de esta ola delictiva en una localidad donde "nunca pasaba nada", donde casas y comercios nunca necesitaron de rejas.
El jueves pasado el comentario de algunos comerciantes de Acebal era que la noche anterior habían ocurrido "un robo y un intento de robo". Al parecer, los ladrones habían intentado ingresar sin éxito en la oficina de una estación de servicio ubicada en la esquina de la comuna. Según los rumores, al fracasar allí se metieron en una carnicería aledaña donde lograron alzarse con varios kilos de chorizos.
Los dueños del negocio evitaron comentarios al respecto. "No fue nada", dijo una mujer detrás de un mostrador, excusándose de querer hablar del tema, y aclaró: "No hago denuncias". Sin embargo, aunque pretendía aparentar no darle mayor trascendencia al robo, no podía disimular cierto resquemor; como si hubiera querido negar lo que en el fondo percibe como evidente: algo parece estar cambiando para mal en su tranquilo pueblo.
A la vuelta, frente a la plaza, Raquel Ciarrochi contaba que siete días atrás su verdulería y pollería había sufrido su primer robo. Los cacos forzaron una puerta que da a un patio, al que habían accedido tras saltar un tapial. "Pienso que deben haber buscado plata porque revolvieron todo, pero acá no habría más de 20 pesos. Entonces se llevaron un celular, pollo y verdura", contó la comerciante, para quien lo más triste era "el daño que hicieron" en el local. Aunque luego se rectificó: "En realidad, lo más triste es que son de acá, pero parece que no pueden hacer nada porque son menores", aventuró sin dar detalles. A su lado, su hijo no podía comprender aún cómo fue que le robaron el estéreo del auto "delante del garaje, donde estaba la luz prendida".
Alarma
Pero de todos los robos que ocurrieron en esta suerte de ola hubo uno que rompió con estos parámetros de nimiedad, con un botín de 3.000 pesos en efectivo y alrededor de 30 mil en mercadería. La "tienda de Giampietro" -como todos conocen a la Boutique Denisse en Acebal, donde el nombre del comerciante es más importante que el del negocio- es un amplio local con un frente vidriado ubicado frente a un concurrido club. Como "nunca había pasado nada", su propietario, Andrés Giampietro, jamás pensó en poner una reja o persiana metálica.
Pero desde el 11 de febrero pasado un sistema de alarma custodia el local. La noche anterior, cerca de las 4 de la mañana, ladrones rompieron uno de los vidrios y rápidamente se llevaron -además del dinero- alrededor de 100 camisas, 70 pantalones, 60 mallas, 80 remeras de la sección tienda, previo paso por el sector electrodomésticos, de donde robaron tres hornos de microondas, un equipo de música, dos multiprocesadoras, dos batidoras, ocho autoestéreos y herramientas.
"Nunca se hizo nada, seguimos sin novedades", dijo entre indignado y resignado Giampietro, mientras su madre Olga, quien fundó la tienda en su casa, varias décadas atrás, repetía que "hace rato que este pueblo no es el de antes; ahora tenemos miedo". Lo que no podían asegurar es que en este caso los delincuentes también hayan sido del pueblo.
Quince días atrás, del otro lado de la vía, los cacos eligieron una pequeña despensa ubicada frente al hospital. "Fue un jueves a la noche -relató su dueña, Silvia de Puntín-, violentaron la puerta y revolvieron todo. En una caja donde guardamos el cambio encontraron 300 pesos y además se llevaron otros 300 en cigarrillos. También robaron fiambres y otra mercadería".
Indignada, la comerciante coincidió con otros vecinos en que "son pibes del pueblo". También sostuvo que en los últimos meses crecieron los delitos, que "son todos similares", y se mostró dispuesta a juntar firmas entre vecinos para que la provincia intervenga.
"Es gente que se maneja con total impunidad -dijo sobre los ladrones- pero es hora de que esto se termine, antes de que pase a mayores. Por suerte nunca hubo un robo a mano armada, nadie salió lastimado, pero si esto no se frena quién sabe hasta dónde pueden llegar".
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Fotos
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La tienda de Andrés Giampietro, uno de los blancos de robo.
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