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 domingo, 10 de abril de 2005  
Boda maldita. Ante los contratiempos él exclamó: "Olvidemos todo"
Una carrera de obstáculos para la pareja

Londres. - La boda de Carlos y Camilla, finalmente consumada ayer, comenzó con el pie izquierdo y terminó con una relación informal iniciada hace 35 años. La noticia tuvo que ser comunicada antes de lo previsto porque el diario amarillo Evening Standard se había enterado. La casa real británica detesta a estos diarios sensacionalistas. El fallecimiento del rey Jorge V fue acelerado en 1936 con una oportuna sobredosis de cocaína sólo para que su muerte pudiera ser informada por el serio The Times, en vez de por la prensa amarilla.

Ahora, y en las semanas siguientes al anuncio formal del enlace, se demostró que quizá hubiera sido mejor esperar un poco. Una serie de obstáculos sin precedentes llevó a que la cantidad de británicos que quiere ver a Carlos en el trono cayera del 37 al 31%. El mismo Carlos se hartó y amenazó con suspender la boda: "Olvidemos todo este asunto".

El primer acontecimiento lamentable fue el traslado de la boda del castillo de Windsor al ayuntamiento de esa ciudad. Los asesores de Carlos no habían previsto que el castillo no tiene licencia para celebrar matrimonios civiles. Hubiera sido posible solicitar el permiso, pero entonces durante tres años cualquiera se podría haber casado en el castillo en el que la reina pasa casi todos los fines de semana.

El segundo golpe, mucho más fuerte, llegó cuando la reina comunicó que no tenía intención de asistir al enlace. Acudir a un simple registro civil aparentemente no está a su altura.

Mientras tanto, los expertos en derecho familiar comenzaron a dudar de la legalidad de la boda. El director del Registro Civil de Inglaterra rechazó 11 recursos, basándose en la Convención Europea de Derechos Humanos. Pese a que Carlos la considera una "amenaza a una existencia civilizada". Finalmente, la muerte del papa Juan Pablo II obligó a los contrayentes a aplazar la boda en un día.


"¿Qué le ve a ella?"
En tanto la pregunta que una y otra vez se hacen los británicos "¿Qué es lo que él le ve a ella?",-es mucho más fácil de responder que aquella otra que se hace menos: "¿Por qué no se casó con ella al principio?".

A Carlos le gusta de Camilla todo aquello que echaba de menos en su primera esposa. Diana estaba demasiado ocupada consigo misma (600 pares de zapatos y 400 sombreros), y a él lo ponían nervioso sus trastornos alimenticios y además le robaba la atención pública. Camilla, en cambio, adora comer y "al contrario de Diana no siente ni el menor deseo de ser el centro de atención", dijo un amigo de la pareja. Camilla tiene los mismos intereses que él: a veces tiene las uñas negras de trabajar en el jardín, le gustan los caballos y usar malas palabras y puede ocurrir que tras una jornada de caza se ponga sin duchar el vestido de noche.

La experta en la casa real de la BBC, Jennie Bond, habla además de un "poder de atracción casi animal". Sólo hay que recordar aquel deseo manifestado por Carlos de querer convertirse "en su tampón". Aquel diálogo, conocido como el "Camillagate", "el documento real más leído desde la Magna Carta", según el Angeles Times, tuvo como consecuencia que las Islas Fidji, ex colonias británicas, suspendieran la fiesta que realizaban cada año en honor al heredero.

Pero ¿por qué entonces pasaron 35 años hasta el compromiso? Unos aseguran que Camilla no quería casarse con él en aquel entonces, sino que sólo inició la relación para darle celos a su verdadero amor, Andrew Parker Bowles: éste estaba metido en aquel entonces con Ana, la hermana de Carlos.

Además, Camilla, pese a ser de la alta nobleza, no reunía las condiciones. El tío abuelo de Carlos, lord Mountbatten, un héroe de guerra posteriormente asesinado por el IRA, la calificó de "material ideal para convertirse en amante" pero le advirtió a Carlos que "como esposa debería buscar a una mujer apropiada y buena". Eso quería decir: una virgen. El príncipe hizo lo que le ordenaban y Camilla incluso lo ayudó.

El "ratoncito", como llamaba Carlos a la maestra de jardín de infantes Diana Spencer, era la mujer ideal para él. Carlos dudó, pero luego preguntó: "¿Quieres casarte conmigo?". "Sí, por favor", fue la respuesta.

Ante su amigo John Barrat admitió: "Nunca podría sentir por Diana lo que siento por Camilla". Diana se llevó a la luna de miel camisones transparentes. Carlos llevó su equipo de pesca y unos gemelos con las iniciales "C&C", Carlos y Camilla. Algunos dicen que incluso llevó una foto de su amante.(DPA)
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El obispo de Canterbury desposa a la pareja.

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