| domingo, 03 de abril de 2005 | "El hermano que me hirió" El 17 de mayo, desde la sala de reanimación, la voz débil pero serena del Papa llena el aire de la plaza de San Pedro. Radio Vaticano difundía el Angelus: “Rezo por el hermano que me hirió, al cual he perdonado sinceramente. Pienso en las dos personas heridas a la vez que yo. Unido a Cristo, sacerdote y víctima, ofrezco mis sufrimientos por la Iglesia y por el mundo, a ti María, repito: «Totus tuus ego sum»”. El Papa se preocupa por las dos mujeres heridas con él, ambas de nacionalidad norteamericana.
El 27 de diciembre de 1983, el Papa impresionó al mundo visitando a su agresor en la celda. Con deferencia, Agcá besó la mano del Pontífice y apoyó en ella su frente: gesto de la cultura islámica que indica entrega y pleitesía. Sentados en dos sillas, uno frente a otro, hablaron como en confesión. “Le he hablado como se habla a un hermano al que se ha perdonado, y tiene mi confianza. Sí, Alí Agcá está arrepentido de su acción”, dijo el Papa.
Años después, el Papa recibió, durante siete minutos a la madre de su agresor, Muzeyen Agcá, que le había escrito pidiéndole perdón en nombre de su hijo, a los pocos días del atentado.
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