| sábado, 02 de abril de 2005 | Angustiosa espera de los fieles en la plaza San Pedro Ciudad del Vaticano.- Unas 5.000 personas se reunían hoy en una súpercustodiada plaza San Pedro del Vaticano con la vista fija en las ventanas de los aposentos del agonizante papa Juan Pablo II, mientras aliviaban la angustiosa espera con rezos fervorosos, cantos y palmas al son de la guitarra.
Peregrinos y turistas de todo el mundo, muchos de ellos latinoamericanos, así como religiosos y monjas de distintas congregaciones oraban y cantaban bajo los intermitentes rayos del sol en una tarde mayormente nublada y húmeda, a la espera de noticias sobre la salud del Pontífice.
"El Papa es un ejemplo por su carisma y su coraje. El marcó mi vida y siempre me dio fuerza, sobre todo por el gran amor que inspiró hacia todos y por su apertura a otras religiones", dijo a Télam Alvaro Ramos un colombiano de 35 años presente en la plaza.
"Sería muy lindo que el próximo Papa fuera latinoamericano, pero eso es algo que lo decidirá Dios", dijo por su parte la turista salvadoreña Cecilia Martínez, de 40 años, mientras apretaba con fuerza en su mano un rosario de cuentas blancas.
Cientos de policías con perros adiestrados recorrían en pequeños grupos la protegida plaza, que estaba vallada a lo largo de toda su perímetro. Detectores de metales fueron dispuetos al lado de las gigantescas columnas de la Basílica de San Pedro.
Unas 60.000 personas se congregaron ayer a rezar por el agonizante Papa hasta altas horas de la madrugada, y algunas de ellas durmieron en la misma plaza, cuyos grandes adoquines amanecieron empastados con cera de velas de distintos colores.
La policía, que cifró en unos 5.000 las personas presentes hoy en la plaza, impedía el acceso al lugar de los miles de fotógrafos y periodistas llegados al Vaticano.
Los trabajadores de prensa se hallaban apostados sobre la via de la Conciliazione -la avenida que lleba a la plaza, con sus equipos, computadoras y cámaras, junto a más de 100 camiones de exterioes.
En uno de los pocos episodios que rompió con la atmósfera de tristeza suspendida sobre la plaza, cuatro jóvenes con guitarras comenzaron a tocar canciones de aliento al Papa, contangiando de inmediato a decenas de personas -algunas con banderas brasileñas- que se unieron espontáneamente a los cánticos.
"No puedo evitar recordar tantas palabras que Juan Pablo II vertió en esta plaza", dijo a Télam un sacerdote español, Vicente Esteve.
"Ahora él vive su Via Crucis personal, pero ya camina hacia la paz del Señor y de su etrena gloria", agregó el religioso. (Télam) enviar nota por e-mail | | |