| domingo, 27 de marzo de 2005 | Conductas infantiles: Primeras rabietas Desde los ocho meses hasta aproximadamente los dos años es el período en el que el niño comienza a manifestar su independencia con la madre.
A partir de los dos y hasta los cuatro aumentará esta sana necesidad de emancipación y adoptará una actitud intransigente (muchas veces tozuda) en la que será incapaz de asumir otro punto de vista diferente al suyo.
Esto lo manifiesta gritando, pataleando, negándose a todo lo que no se acomode a sus requerimientos y caprichos, convirtiéndose en un verdadero tirano.
Esta situación es una actitud muy normal y refleja que sus opiniones y su voluntad ya cuentan.
Es una edad en la que es muy difícil hacerles razonar y es casi imposible que comprendan su equivocación por lo que asumen una actitud caprichosa cuando algo no les gusta.
Los lloros, los gritos, los pataleos, el negarse a hacer algo determinado es una manera común de intimidar a sus familiares con el propósito de satisfacer sus deseos.
Si el niño advierte esta debilidad de comportamiento en los padres o adultos que lo cuidan tenderá a convertirlo en una regla general y lo utilizará como recurso habitual para conseguir cualquiera de sus propósitos.
Argumentos claros
Las explicaciones con respecto a que esos actos intimidatorios no es lo que corresponde habrá que hacerlas cuando se encuentre calmado, tranquilo, sereno, empleando argumentos claros y concisos para convencerlo.
Hay que procurar tener paciencia y no ceder ante sus pretensiones, distinguiendo entre lo que el niño quiere y lo que realmente necesita porque en cuanto los padres o familiares consientan se creará un hábito cada vez más difícil de erradicar.
La edad del no
A medida que el niño se acerca a los dos años comienza a decir no. Esta tendencia hacia la negación se manifiesta ante una comida, una acción o un juguete. Se agudiza poderosamente a los dos años que es cuando el pequeño tiene conciencia de esta postura negativa y se recrea en ella y hasta busca ocasiones para ponerla de manifiesto. Este no, que es una postura caprichosa y egoísta, no nace espontáneamente sino que es una manera de llamar la atención ante una independencia personal (momento en que se siente autosuficiente e intenta romper los lazos que lo atan aún a su madre).
Esta etapa, superada exitosamente mediante una especial ejercicio de paciencia de los padres, asegurará una nueva y satisfactoria crisis de crecimiento.
Cómo actuar
u A la hora de comer: si no quiere comer y lo hace exclusivamente por capricho hay que evitar ceder antes sus deseos. Un buen remedio es hacer de la comida un tiempo de juego evitando el nerviosismo para que note un ambiente agradable y relajado.
u Caprichos: cuando está en medio de una rabieta lo mejor que se puede hacer es dejar que se le pase (aunque esto ocurra en un lugar público y los padres deseen que se calle en el momento para no llamar la atención). De esta manera verá que no consigue nada y se irá acostumbrando a pedir las cosas correctamente.
u No rendirse: los pequeños aprenden muy pronto cuando los adultos se rinden y suelen aprender con facilidad distintas estrategias para intentarlo.
Marta Franch
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