| domingo, 27 de marzo de 2005 | La Vigilia, sin Juan Pablo II por primera vez en 26 años Por primera vez en más de 25 años, la ceremonia de la Vigilia de Pascua en la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, se celebró sin la presencia del Papa Juan Pablo II, debido a su delicado estado de salud.
En su lugar, el cardenal alemán Joseph Ratzinger, prefecto de la influyente Congregación de los Fieles y quien es frecuentemente mencionado como posible candidato a ser nombrado Papa, fue quien dirigió la misa de tres horas, tras recibir del Sumo Pontífice, de 84 años, el encargo de presidirla.
Al comienzo de la vigilia, Ratzinger leyó un mensaje de Juan Pablo II, en el cual el Papa recalcó el hecho de estar pese a todo presente durante la celebración de la Pascua. "El mundo debe ver y reconocer que gracias al sufrimiento, la muerte y la resurrección de Cristo todo lo que estaba destruido se reconstruirá, y todo lo viejo volverá a ser nuevo", decía el mensaje leído por el cardenal.
Por televisión Según medios de prensa, el Papa siguió la ceremonia a sólo unos metros de la Basílica, por televisión, al igual que lo hiciera con el Vía Crucis el viernes. La misa es llamada por los católicos "la madre de todas las vigilias".
"Gracias a la televisión, puedo seguir desde mi apartamento la inspiradora Vigilia Pascual, que el cardenal Joseph Ratzinger preside en la Basílica de San Pedro", señaló el Papa en el mensaje.
"Es realmente extraordinaria esta noche, en la cual la luz brillante de Cristo resucitado derrota por el bien el poder de la oscuridad, la maldad y la muerte, y reaviva la esperanza y dicha en el corazón de los creyentes", agregó el pontífice en su comunicado.
A diferencia del viernes, ayer no se retransmitió por video la imagen de Juan Pablo II a los fieles.
En el transcurso de la misa se encendió el cirio pascual, que simboliza la resurrección de Jesús.
La misa de hoy, domingo de Resurrección, será oficiada por el cardenal italiano y secretario de Estado Vaticano Angelo Sodano, de 77 años. Sin embargo, está previsto que el Papa imparta la tradicional bendición Urbi et Orbi (a la ciudad y al mundo). (DPA)
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