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 domingo, 27 de marzo de 2005  
"Sabía que algún día se iba a conocer la verdad"
Después de atropellada, la anciana voló e impactó en la chata de Orlando. El la auxilió y la Justicia le sacó el carné

Ayer, Orlando Scattemburlo cumplió 51 años. Hace 11 circulaba con su camioneta detrás del auto que embistió a una anciana en Uriburu y pasaje Mellián. La mujer también impactó en su vehículo. Cuando bajó a auxiliarla la reconoció. Era Doña Manuela, la señora con la que compartía el banco todos los domingos en misa. Cuando recuerda el hecho, Orlando se emociona, tiembla y se refugia en su profunda fe cristiana. Después del accidente la Justicia le suspendió su carné de conducir durante cuatro años y siete meses. Hoy no puede creer que quien embistió a la anciana y se fugó haya decidido hablar.

-¿Qué recuerda de aquel accidente?

-Era un domingo a las 12 del mediodía. Llovía muchísimo. Yo venía por Uriburu del lado del cantero en el carril rápido. Tenía una camioneta Chevrolet Silverado color gris. Adelante mío venía un auto y había un camión estacionado casi en la bocacalle. Ese auto levantó para arriba a la señora, que apareció desde adelante de un camión que estaba estacionado. Era como un bulto con paraguas que vino volando y pegó en la parte de atrás de mi camioneta. El tipo se mandó a mudar. Yo me quedé. Doña Manuela era una mujer que iba conmigo a misa todos los domingos a la iglesia de La Guardia.

-¿Usted la conocía?

-Por supuesto, si era del barrio. Con Doña Manuela fuimos juntos a misa de las siete durante años.

-¿Recuerda algún otro detalle del accidente?

-Me acuerdo que lo único que atiné a hacer fue frenar y subirme arriba del cantero. La mujer pegó en la parte de atrás de mi camioneta. Cuando la vi en el suelo pensé que estaba muerta, pero empezó a moverse. Después llegó la ambulancia pero falleció en el hospital.

-¿Y después del accidente qué sucedió con usted?

-Fui a la comisaría. Después vino el peritaje policial que determinó por el transcurso de la frenada de mi camioneta que yo venía a 28 kilómetros. Y el fiscal adujo que venía a unos 35 kilómetros. Mi aseguradora era General Paz, y en primera instancia me declararon inocente. La compañía se hizo cargo de todo. Los testigos estaban todos a mi favor pero el abogado no presentó ni uno. Me declararon inocente y el fiscal apeló. Cuando lo hizo, mi aseguradora ya había cerrado. Un día me llegó una citación de Tribunales que me tenía que presentar con el carné de conductor y cuando fui, me lo sacaron.

-¿Cuánto tiempo estuvo sin carné?

-Cuatro años y siete meses. Yo tengo un hijo de 22 y uno de 19. Cuando sucedió el accidente ellos eran muy chiquitos. Y me sentí mal porque, sin querer, estuve involucrado en el accidente ¿Cómo les explicaba a ellos que yo había producido un accidente y que había muerto una persona? Eso me puso muy mal durante mucho tiempo. No quise manejar más. Tuve mucho miedo.

-¿Cómo vivió todos estos años después de aquel accidente?

-Muy mal. ¿Quién me paga a mi el daño que me hizo este tipo? Yo no sé qué le diría si lo tuviera enfrente. Tengo tantas preguntas. ¿Por qué no paró?, ¿cómo no se quedó? ¿Por qué se larga a hablar ahora, después de tantos años? Huir es de cobardes. Todos en la vida nos podemos equivocar, lo que es de hombres es saber arrepentirse. Desde que tuve el accidente no fui nunca más a la iglesia La Guardia. Ahora voy todos los domingos a la San Antonio. A La Guardia no puedo ir más. Yo me sentaba en el último asiento y Doña Manuela se sentaba conmigo.

-¿Qué siente al conocer ahora que un hombre admite que también embistió a la mujer pero se fugó?

-Alivio. Un gran alivio porque se confirma lo que yo siempre dije. Hoy deseo que mis dos hijos escuchen esta historia para que sepan que nunca les mentí.

-¿Qué le dirías hoy al hombre que se fugó?

-No tengo idea. Si yo me hubiera fugado no podría haber vivido. El tendrá sus razones. No sé por qué lo hizo y no entiendo por qué ahora después de tanto tiempo lo reconoce. Este es un caso archivado y prescripto y él decide hablar. Realmente no lo comprendo. Siempre dije que Dios es justo. Alguien, en algún momento de la vida iba a aparecer a contar qué pasó en realidad.

-¿Cómo es su relación con la familia de la señora fallecida?

-Muy buena. A la hija voy a saludarla cada fin de año y a Doña Manuela le llevo una flor cada 1º de mayo (día del accidente). Pero a la iglesia, esa en la que la veía todos los domingos, no pude ir nunca más.
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