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 domingo, 20 de marzo de 2005  
Postal de una barranca rosarina tan desconocida como asombrosa
Predominan los deteriorados muelles de madera. Los puertos abandonados son parte del paisaje

Lucas Ameriso / La Capital

La costa central de Rosario es, vista desde el río, una invitación al asombro. Lo que hace un siglo fue una fabulosa obra de ingeniería que disparó la economía de la ciudad y le cambió para siempre su dinámica, hoy es una postal de muelles de madera rotos o envejecidos, puertos abandonados, y gente que se lanza barranca abajo y gana cualquier espacio para pescar. Una recorrida en lancha le permitió a La Capital tener una postal del lugar.

Todo empieza en la zona de derrumbe producida el domingo pasado, en el parque España a la altura de San Martín, donde el apuntalamiento hecho sobre la antigua y desvencijada construcción de madera resulta tan ecléctico como dispar. Las columnas de hormigón que se construyeron para encamisar la vieja estructura resultan -al menos a simple vista- insuficientes.

Allí se ven, entre la maraña de pilotes de madera -algunos caídos- las estructuras de cemento que reforzaron la zona. Fueron construidos para asentar el paseo peatonal del Parque España pero muchos se ven cortos, envuelven postes de madera que están semiquebrados y sólo algunos sostienen la base donde apoya el empedrado y la baranda perimetral del complejo.

Aguas arriba, el Centro Cultural Parque España contrasta con la precariedad del conjunto, aunque en su extremo sur vuelve a verse la madera destruida y vallada a su alrededor.

De igual modo ocurre con los muelles de los clubes de pesca: el Bartolomé Mitre, con su comedor y una escalera empinada por la que se accede desde atrás de la Isla de los Inventos; el restaurante Don Mariano, con su balcón panorámico; la Peña Rosarina de Pescadores Deportivos, con su gran arboleda; el Círculo de Cazadores Deportivos Guillermo Tell, que mirando hacia arriba deja ver la caja de su ascensor; y el Bajada España, con su tinglado y su restaurante más arriba.

En su mayoría apoyan los nuevos tablones sobre la vieja estructura de más de un siglo de vida, resquebrajada, partida y con peligro inminente de venirse abajo. Sin embargo, es el sitio ideal para los que aman la pesca. La excepción es el muelle de la Peña Náutica Bajada España, que después de sufrir la embestida de un buque fue renovado en 2001 con pilotes firmes.

A la altura del Parque de las Colectividades comienzan a advertirse las primeras viviendas de pescadores, que por orden de la Justicia deberán ser desalojadas.

Entre boyas, redes y canoas, cortan la barranca casillas muy precarias de chapa, madera y algunos troncos que la apuntalan. No son más que unas 15 familias cuyo sustento principal es la pesca.

Ya sobre el río, coexisten con estas construcciones humildes, enormes moles de hormigón en desuso. Como la brazola o puntal que perteneció a la ex Unidad IV (kilómetro 423) y que ahora es un improvisado muelle de pesca, donde la gente accede para lanzar sus anzuelos.

Aguas arriba de los silos Davis, la imagen desde el río resulta contrastante. En medio del colorido de los silos donde funciona el Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Macro), se aprecian más viviendas empotradas sobre la barranca, o bien ya sobre la orilla. Una postal similar se repite en la barranca del Parque Sunchales, donde se ve la baranda. Allí es pura barranca de tierra.

Más hacia el norte, los materiales que sostienen los muelles cambian sustancialmente. Tanto a la altura de la terminal III que explota Servicios Portuarios, como en Puerto Norte (Agroexport, la ex Unidad II y Faca) las estructuras son más sólidas y están interrumpidas por mangas de embarque de cereal o nuevas brazolas para el amarre de buques. Sin embargo, hay lugares donde los pescadores se las arreglan para meterse en los huecos de la barranca de material.


Aguas abajo
Aguas abajo del Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) también el paisaje costero es bien diferente al Parque España. Desde el Monumento a la Bandera, pasando por la Estación Fluvial, las guarderías náuticas del centro hasta el Club Náutico Rosario, un muro de piedra y cemento apuntala el paseo peatonal.

Pero abruptamente, la explanada del Club Náutico Rosario vuelve a sostenerse por la vieja y precaria estructura de madera. La postal se repite en la zona franca boliviana, donde a lo largo de unos 15 metros se ve cómo se derrumbó el muelle sobre el cual se apoyaban las vías de un ferrocarril en desuso.

El derrumbe de 500 metros cuadrados de paseo en el parque España puso la mirada en la costa, pero esta vez desde el río. Y allí los rosarinos encontraron una ciudad desconocida.

L.A.
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Los muelles de pescadores, sostenidos sobre la vieja estructura.

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El puerto, emblema de la Rosario moderna de principios del 1900



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