 | viernes, 18 de marzo de 2005 | Yo creo: "Una poética del gusto por el exotismo" Rodolfo Bella / La Capital Primero fueron Moser Makhmalbaf (¿o Majmalbaf?) y Abbas Kiarostami (¿o Kiarostamí?). Ahora aparece en escena Emir Kusturica, que presentó en el Festival de Cine de Mar del Plata su película "La vida es un milagro" y, aunque ni apareció por el balneario argentino, de pronto, todos comenzaron a nombrarlo "Kusturisa". En ocasiones se deja libre la lógica atracción por lo exótico y se cae en esas pronunciaciones inciertas. Si los responsables de la película tienen nombres impronunciables, o es pasmosamente improbable acertar con la pronunciación correcta, entonces comienza a correr un flujo que se suma al filme en sí mismo.
Para que el encanto llegue al clímax, el título del filme debería sonar un poco críptico, lo más parecido a una sentencia de maestro Zen.
El vehículo sobre el que circula el folclore acerca del director de turno (sea Kiarostami o Kiarostamí; Kusturica o Kusturisa; Makhmalbaf y Majmalbaf), está hecho de una materia impalpable pero que lo impregna todo. Esa materia está compuesta de fascinación por tramas que producen un lógico extrañamiento ante la realidad mostrada (porque esta parte del mundo es Occidente y no hay forma de cambiarlo). Quizás el acierto y el éxito de esas películas en Occidente es que giran en torno a metáforas simplificadas (¿quizás la limpia simplicidad se transforma en melancolía por lo perdido en el complejo reino de la Razón? ¿O es la alternancia de realidad muchas veces brutal y ficción, la ensoñación de un cambio improbable, pero mostrado con imágenes sutiles?).
Susan Sontag, en un ensayo sobre la fotografía de guerra ("Ante el dolor de los demás"), propone la atracción dispar que tiene una misma fotografía para dos bandos en veredas opuestas. Para este caso: ¿cómo impactan esas imágenes de paisajes extraños, de montes de olivos, de ciudades devastadas, de mujeres con velos, para los ojos occidentales? Es raro como un occidental curioso y/o sensible quizás encuentre poesía allí donde un espectador de Oriente ve su dura realidad. Y que se entusiasma con pronunciaciones que complacen al curioso oído occidental. enviar nota por e-mail | | |