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 jueves, 17 de marzo de 2005  
Nuevos aires. Javier Logioia dirige a la Sinfónica Provincial de Rosario
"Lo que la orquesta necesita ahora es un trabajo de chapa y pintura"
El músico, de una vasta experiencia europea, aseguró que la agrupación necesita crecimiento

Marcelo Menichetti / La Capital

Javier Logioia Orbe asumió como director de la Orquesta Sinfónica Provincial de Rosario tras ganar el concurso convocado por Subsecretaría de Cultura de la Provincia de Santa Fe. El artista condujo a la mayoría de las grandes orquestas argentinas y fue titular de la Sinfónica de la Universidad Nacional de Cuyo y de la Orquesta de Cámara de la Usniversidad Nacional de Córdoba, ciudad en la que también dirigió a la sinfónica. En el plano internacional, egresó de la Academia Latinoamericana de Jóvenes Directores de Washington y colaboró con maestros como Yehudi Menuhin y Zubin Mehta.

"Encontré a la orquesta en un estado preocupante desde lo artístico. Sin echar culpas a nadie, realmente está en un estado de franca desventaja artística respecto de los últimos conciertos que dirigí en Rosario. De tal modo que en este momento lo que más nos interesa es el trabajo que yo llamo puertas adentro", reveló el músico a La Capital, a pocas horas de su primer contacto con los instrumentistas que integran la sinfónica rosarina.

-¿El hecho de volver a conducir la sinfónica, ahora como director estable, cambia las cosas?

-Cambia muchísimo. Vine a Rosario en ocho oportunidades como director invitado, con un compromiso estrictamente musical. En cambio ahora tengo claro que tenemos que luchar en forma mancomunada por un proyecto que perdure en el tiempo. Deberemos crecer: nuestro único destino está en el crecimiento, no existe otro camino.

-¿Hay un repertorio definido para la temporada?

-Sí, pero más que el repertorio, en este momento lo importante es que encontré a la orquesta es un estado preocupante desde lo artístico. Sin echar culpas a nadie, realmente está en un estado de franca desventaja artística respecto de los últimos conciertos que yo dirigí. En este momento lo que más nos interesa es el trabajo puertas adentro. En cuanto al repertorio, mi intención es poner igual énfasis en los tres géneros: la ópera, los conciertos sinfónicos y el ballet. Pero, dicho en criollo, la orquesta lo que necesita en este momento es un trabajo de chapa y pintura.

-En estos días se anunció el alejamiento de Ricardo Muti de La Scala de Milán después de una pelea con toda la orquesta, ¿cómo es su relación con los músicos?

-En el rol del líder es muy fácil que uno alimente un ego exacerbado y pierda el horizonte, el objetivo. Yo muevo mi batuta y no se escucha más que el aire acondicionado. ¿Qué quiero decir con esto? La música la hacen las señoras y señores profesores, el director de orquesta, como debe ser entendido desde los 80 y ahora en el siglo XXI, prácticamente es un líder académico que lleva por un camino artístico a su grupo, para que sus integrantes saquen lo mejor de sí mismos.

-¿Cuando será el primer concierto en el que dirigirá a la orquesta?

-Prevemos la presentación para el próximo jueves 7 de abril, en el teatro El Círculo, con varias de las improntas que quiero traer. Considero que los miembros de la orquesta tienen que tocar con mucha frecuencia como solistas para tener siempre ese grado de estímulo artístico necesario para enfrentar cualquier reto. Por eso ya en el primer concierto vamos a hacer la "Sinfonía concertante para violín y viola", de (Wolfgang) Mozart, donde tocarán el profesor Rodolfo Marchesini y Paula Weimuller, suplente de solista de viola. Y vamos a cerrar con la "Sinfonía del Nuevo Mundo", de Antonin Dvorak.

-¿Se burocratiza el músico al pertenecer a un elenco estable?

-No debería ser precisamente así. El músico no debe olvidar ese sueño de cuando era chiquito, que lo llevó a considerar a su instrumento, o a la voz, como elemento expresivo. Ese sueño es el que siempre tiene que recordar.
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El músico aseguró que encontró a la Sinfónica rosarina "enestado preocupante desde lo artístico".

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