 | jueves, 17 de marzo de 2005 | A toda la comunidad Sabemos que el paro docente no puede ser comprendido por toda la gente. Sabemos que queremos trabajar en lugares dignos y con salarios dignos. Sabemos que nuestros alumnos también necesitan lugares cómodos y sobre todo reglas claras. Sería imposible terminar de jugar un partido si al presidente de la AFA se le ocurriera cambiar el reglamento a los cuarenta minutos del segundo tiempo y/o pretendiese jugar en una cancha de cemento. Pero esto pasa en la educación argentina. Hace años que vivimos improvisando y el docente y el alumno navegan entre dos orillas. En junio del año pasado, a un mes de terminar el primer cuatrimestre, cambió la forma de evaluación. Este año, a tres días de comenzar el ciclo lectivo 2005 (sin tener en cuenta el paro) salió el decreto que desde noviembre de 2004 estaba preparándose (la norma tiene 3 hojas y no está del todo clara). Ahora yo me pregunto: ¿qué es más grave? Tener menos de 180 días de clase o no saber qué responder a los alumnos si están promocionados o no (entre otras respuestas que no sabemos dar). Queda siempre para el directivo y para los profesores el papel del malo de la película. Porque estos dos hechos narrados son simples anécdotas de lo que ocurre dentro de cada institución educativa. Pero lo que lamentablemente siempre trasciende es el paro, es no enseñar. Creo que somos los últimos responsables de todos los actores que intervienen en el proceso de educar, porque de eso se trata. Debemos educar, transmitir valores, comunicarnos con normas claras siempre emanadas desde el colegio y no desde los medios de comunicación. Está todo tergiversado. ¿Quién se anima a comenzar el cambio con coherencia, responsabilidad y sentido común? A pesar de todo soy optimista y creo que el que maneja el barco nos va a dar la solución. No estoy sola y espero. (esperamos).
DNI 10.624.636
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